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Una aproximación al sentido de los Movimientos por el Software Libre.

Contra la Mundialización de la Sociedad de Consumo, en rescate de la Sociedad Liberal. (II Parte).

José J. Contreras

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2.2) Los Movimientos por el Software Libre en el marco de la Sociedad Liberal

Para acercarnos al sentido de los MSL intentaremos comenzar a través del modo de producción propio del software libre. Como bien lo expresa Raymond (2000), el modo de producción dominante del software libre es de tipo “Bazar.” Raymond procura contrastar éste modo de producción en su diferenciación del modo tipo “Catedral” dominante en la producción de software. El modelo tipo Catedral, según Raymond, se basa en que un pequeño grupo de obreros expertos, guiados por un sabio arquitecto, desarrollan un software y sólo lo publican cuando ya la obra está construida en su totalidad. El modo de producción tipo bazar, de manera distinta, no tiene una planificación centralizada. Por el contrario, una gran variedad de participantes contribuyen con pequeños aportes que atienden necesidades concretas y particulares. Estos pequeños aportes, que son programas de software, se publican rápidamente -sin que haya la pretensión de haberlos culminado en su totalidad,- de tal manera que otras personas puedan apropiárselos, utilizarlos para sus fines particulares, modificarlos si fuere necesario y contribuir nuevamente con mejores programas.

En el ámbito del software libre, cada persona que desee involucrarse podrá hacerlo en el área en la que cuente con mejores competencias y con el tiempo que pueda dedicarle. Existe una marcada división de la labor en la cual los asociados podrán involucrarse de una u otra manera. Algunos podrán desarrollar software para uno u otro uso, otros podrán dedicarse a la traducción de los documentos y las interfaces a otros idiomas, otros a la detección de errores, otros en la dimensión de la contribución del usuario lego, otros podrán colaborar en la reflexión filosófica del tema, otros participarán en el diseño gráfico, etcétera.

Se hace evidente que todo este modo de producción del software libre se basa en la co-operación. Se parte del principio de que todos podemos aportar algo en el continuo despliegue y mejoramiento del software. Se establece que toda contribución deberá también hacerse pública y se prohíbe, explícita y contractualmente, que alguien plagie las contribuciones realizadas por los miembros. Por esta razón, se establecen cuatro condiciones básicas de co-operación, conocidas como las cuatro libertades, según las cuales: todo producto de software libre puede ser utilizable en cualquier circunstancia, podrá ser distribuido sin limitaciones y podrá ser estudiado, modificado y mejorado a discreción siempre que estas modificaciones y mejoras sean también compartidas con el público.

Como ya dijimos, en el modo de producción tipo bazar no hay un ente central que decide qué es incluido y qué no. Hay, por el contrario, un tipo de relación similar a un mercado en la que diversos actores intervienen escogiendo los productos que mejor le satisfacen. Los mejores productos sobreviven y van mejorando, mientras que los peores van siendo abandonados y desaparecen. De esta manera, tiene lugar una competencia en la que, gracias a este mercado, los miembros de los MSL van contando con productos de software cada vez mejores en una innovación constante e inacabable.

No existe aquí un órgano central de planificación porque no hay nadie que cuente con todo el conocimiento. Es en en la participación de todos, desde sus pequeñas parcelas de conocimiento y con sus contribuciones particulares, que logra tener lugar un todo trascendente que no puede ser comprehendido por una persona o un ente particular.

El modo de organización que revelan los MSL, no es el de una burocracia estática, sino el de una organización fluida en la que los participantes se van organizando dinámicamente de acuerdo a las necesidades que aparecen en cada momento. Los líderes y coordinadores, por ejemplo, podrán ir cambiando espontáneamente en cada situación sin que necesariamente deban ser nombrados por un ente superior o pueden también ser elegidos por votación de los participantes para que coordine temporalmente el proyecto particular 1.

Gracias a este modo de co-operación competitiva de individuos libres ha emergido un orden espontáneo en el que productos como Linux (en sus diferentes versiones tales como Red Hat, Debian, Ubuntu y otros), BSD, Apache, Mozilla Firefox, Open Office, MySQL, Perl, PHP, C++ o Gnu PG han puesto en peligro la supremacía del oligopolio de varias compañías transnacionales en el mercado del software de principios del siglo XXI.

Es importante destacar un modo de encuentro particular que regularmente se repite en los MSL. Por una parte, vemos espacios de reunión “virtuales” que tienen lugar en foros, chats, blogs y demás herramientas de la Internet. En este caso, se establece comunicación con otros miembros de la comunidad que participan en los desarrollos colaborativos desde diversas partes del mundo sin que haya mayor énfasis en la geografía. Sin embargo, por otra parte, vemos también espacios de reunión presencial que tienden a estar asociados a los lugares de convivencia geográfica de los participantes en ciudades, universidades y organizaciones. Estos últimos modos de relación tienden a dedicarse más a la promoción, mientras que los primeros más al desarrollo. Sin embargo, creemos que es posible que estos dos modos de reunión procuran favorecer modos de comunicación que trascienden al conocimiento explícito para facilitar la transmisión y generación del conocimiento tácito. Se trata de ir cultivando una cultura, un modo de ser propio del que eso que han llamado la “cultura hacker” puede ser una muestra.

La “cultura hacker” es un modo de ser caracterizado por la apertura y continua búsqueda por aprender e innovar, por la apertura de la información para ser compartida, por la descentralización y el anti-burocratismo, por el énfasis en la individualidad (en contraste a la masificación de la sociedad de consumo) y por la creencia en que se puede mejorar el mundo desde nuestro pequeño quehacer individual 2.

En este sentido, el proyecto Debian puede ser un buen ejemplo. Debian es un sistema operativo de computadoras, basado en Linux, con pretensión de ser “libre.” La “libertad” en este contexto, se entiende como la posibilidad de poder ver el código fuente, aprehenderlo, modificarlo y mejorarlo, así como la libertad de usarlo, distribuirlo y copiarlo. El proyecto se guía por unas normas generales presentadas en su “Contrato Social” y su “Constitución.” Los líderes del proyecto son elegidos por votación  en la que participan todos los miembros del proyecto que hayan alcanzado el nivel de “desarrollador”3.

El modo de producción de Debian es tipo “bazar” de tal suerte que los participantes van contribuyendo con programas específicos para atender necesidades particulares. En sus inicios, el fundador presentó un producto que pareció razonable y al cual se fueron uniendo otras personas 4. Las personas que participan en el proyecto pueden comenzar por contribuir al mantenimiento de algunos de los programas, corrigiendo errores, traduciendo la documentación o participando en nuevos desarrollos de los mismos. Las personas que participan en este nivel son conocidos como “mantenedores.” Cada proyecto es coordinado por un “desarrollador.” Cada contribución de un “mantenedor” es revisada por el “desarrollador” y es éste quien la integra al repositorio Debian cuando considera que está suficientemente estable. Para que un “mantenedor” pueda convertirse en “desarrollador” deberá probar su contribución en uno o más proyectos de Debian; deberá haber mostrado su seguimiento a las normas generales del proyecto Debian, y; deberá contar con la confianza mostrada por al menos un “desarrollador” al haberle brindado su firma GPG 5.

En Debian, no existe una coordinación central que decida cuál proyecto se incluye y cuál no. La persona con las responsabilidad de la coordinación central , que es elegida democráticamente, tiene el título de “Líder de Proyecto” y tiene la función de coadyuvar a la organización de la participación para las Resoluciones Generales. El líder de proyecto podrá tomar decisiones en caso de emergencia y delegar funciones en los casos en que no haya un responsable asignado a alguna tarea. Existe también un Comité Técnico en el que se tomarán las decisiones técnicas urgentes. El Líder del Proyecto y el Comité Técnico deberán presentar los borradores de resolución al público para que las mismas sean discutidas. Luego, las resoluciones, deberán ser sometidas a votación en la que participan los desarrolladores.

Nótese que las resoluciones de las que hablamos se corresponden con las normas generales que rigen el proyecto Debian y con el software que controla la capa más cercana al núcleo (el kernel). Ni el líder del proyecto, ni el Comité Técnico deben controlar los productos particulares que se montan en los repositorios. Éstos son cargados en los repositorios de acuerdo con el criterio de cada desarrollador. La responsabilidad principal del Líder del Proyecto y, en general, de quienes ejercen cargos de dirección del proyecto Debian es el de coordinar los procesos para la construcción de consenso, no el de dirigir el curso del proyecto.

En sus primeros cinco años, el proyecto Debian no tuvo mecanismos formales de gobierno. El fundador, Ian Murdock, tenía la última palabra luego de los procesos de discusión. Sin embargo, una vez que el fundador decide abandonar su papel de Líder de Proyecto comenzaron los problemas de “autoridad”. Murdock deja a cargo a uno de sus colaboradores cercanos, Bruce Perens, quien no era reconocido necesariamente como el líder natural por toda la comunidad. Es así como comienza un proceso de diseño de la gobernanza del proyecto Debian en el que se redacta y discute colectivamente una “Constitución” que define los cargos y las responsabilidades asignadas a los líderes elegidos democráticamente. Así, se estableció que los líderes  tienen como función principal la coordinación para la construcción de consenso en torno a las normas generales del proyecto y a los procesos técnicos más fundamentales (O’Mahony y Ferraro, 2007).

Vemos así cómo a través de este interesante modelo de participación voluntaria e individual se ha venido conformando un orden espontáneo basado en la libertad para desplegar la individualidad en el desarrollo de productos innovadores que buscan su mejora continua. Vemos en acción un proceso de co-operación y competencia constante que ha posibilitado que Debian sea hoy día uno de los mejores Sistemas Operativos desarrollados y, quizás, el más respetado por los desarrolladores de software a nivel mundial.

Es importante mostrar una diferencia de importancia entre el modelo liberal anteriormente presentado y los MSL, particularmente en el caso del proyecto Debian. El modelo liberal de Hayek y Von Mises se define en contraposición al Socialismo. Su libertad tiene lugar en contraposición al modelo de planificación y control centralizado socialista que reduce las posibilidades del despliegue de la individualidad y de la evolución social. Los MSL celebran esa contraposición liberal al modelo de planificación y control centralizado pero su énfasis no está en que éste sea usado por regímenes de carácter socialista sino en que éste es el modelo utilizado por las multinacionales del software. Se contraponen a este modo de producción, tipo Catedral, porque no promueven la liberación de la información y del conocimiento en torno a nuevos y mejores modos de producción del software, sino que buscan encerrarlo para el beneficio exorbitante de unos pocos en desmedro de la mayoría. Los MSL se enfrentan contra un modelo de negocios que reduce al individuo a un consumidor y lo homogeneiza en “masa.” Profundizaremos en torno a este asunto en la próxima sección.

3) Los MSL contra la Sociedad Mundial de Consumo

3.1) Un Modelo de Sociedad Mundial de Consumo

A continuación presentaremos un modelo de Sociedad Mundial de Consumo (SMC). La SMC se diferencia en mucho de la ScL esbozada anteriormente. La SMC, como su nombre lo indica, busca extenderse exhaustivamente para cubrir el planeta en su totalidad. Tal expansión procura hacer que la sociedad global sea cubierta por un único orden guiado por el mundo del consumismo.

Este único orden mundial utiliza el mercado como mecanismo de interrelación. Sin embargo, éste mercado se diferencia en mucho del esbozado en la ScL. El mercado de la ScL es un mecanismo que, gracias a la escogencia libre de los individuos, sirve de motor para la evolución social. Esta evolución tiene lugar gracias a que los individuos van escogiendo los mejores productos y descartando los peores. En consecuencia, va teniendo lugar un proceso de competencia en el que los individuos buscarán innovar constantemente en procura de proveer de mejores productos a los compradores. Nótese que este “mercado” se sustenta en la posibilidad de poder entrar libremente a él, de tal modo que no hayan barreras que imposibiliten a cualquier individuo proveer algún producto y escoger entre varios proveedores de productos.

De manera distinta, la SMC si bien procura homogeneizar a la sociedad global en un mercado, éste mercado no es libre en el sentido arriba esbozado. Uno de los mecanismos que se utilizan para limitar la “libertad” del mercado es la imposición de barreras de entrada. Las barreras de entrada son obstáculos que se establecen en el mercado y que dificultan la entrada a potenciales nuevos competidores. Existen diversos mecanismos para establecer barreras de entrada. Por ejemplo, la publicidad puede servir de obstáculo para entrar al mercado. Supongamos que una cultura tiene conocimientos colectivos y ancestrales para la producción de jabones. La publicidad puede servir de mecanismo que, mediante la manipulación, construye un estereotipo según el cual quienes no utilicen el jabón de una organización poderosa, es un sucio. Ante la creación de un estereotipo de tal carácter, el conocimiento sobre cómo hacer jabón será progresivamente monopolizado por unos pocos y, en el tiempo, el conocimiento colectivo sobre cómo hacer jabones podrá olvidarse. En efecto, desde la perspectiva de la SMC, unas pocas poderosas organizaciones podrían monopolizar el conocimiento y promover el olvido de la amplia variedad de conocimientos ancestrales apropiados a la diversidad cultural del planeta.

Nótese que el ejemplo de la publicidad revela una diferencia importante entre la SMC y la ScL. En la ScL se supone que los individuos pueden hacer uso pleno de su racionalidad para tomar las decisiones según sus preferencias sin ningún tipo de manipulación. En la SMC, por el contrario, se trata de que algunos proveedores con mucho poder pueden aplicar mecanismos que manipulan la tendencia en la escogencia de los individuos. En la ScL, los proveedores informarían sobre las características de su producto a los compradores potenciales para que ellos tomen una decisión informada; en la SMC, de manera distinta, se trata de inculcar patrones de conducta en los consumidores. No se trata de informar, se trata de manipular.

Ahora bien, la SMC se soporta en un mecanismo de “mercado” y el “mercado” es el espacio en el que los compradores pueden escoger según sus preferencias. Se supone que el comprador que va a un mercado lo hace en el ejercicio de su libertad. De no ser así, de no ser porque el comprador puede escoger libremente, sería de esperar que el mismo comprador busque mercados alternativos o productos substitutivos. Por lo tanto, si un proveedor procura manipular, esta manipulación debe enmascararse tras un aire de libertad. De aquí que, ¡atención!, la SMC se agazapa tras una máscara de ScL en la que cada individuo deberá percibir que está tomando decisiones en completa libertad.

Si el motor principal de la ScL es la competencia, el de la SMC es la manipulación. Si la competencia posibilita la evolución social de la ScL, en la SMC lo que se busca es la conformación de oligopolios 6, en los que unas pocas organizaciones se apoderan del mercado. Esto trae consecuencias formidables en el modo de organización de la SMC. Veamos.

Si bien en la ScL el mejor modo de beneficiarme individualmente es servir de mejor manera al otro para que libremente compre el producto que le ofrezco, en la SMC de lo que se trata es de manipularlo para que me beneficie. Claro que el mejor modo de manipular sería hacerle sentir al comprador que en efecto le estoy sirviendo. Y en esto, el mejor modo de manipularle es hacerle percibir no sólo que su escogencia fue libre, de acuerdo a sus fines, sino aún más, moldearle sus fines de acuerdo a mis intereses. Como bien lo dice Suárez (2000): “el individuo es tanto más dócil como dispositivo cuanto más conveniente a sus fines le parezca realizar las acciones que se esperan de él, entonces, la estrategia más poderosa para disponer de él dócilmente sería la de controlar sus fines. Notemos que este control de los fines tendría que realizarse de una manera invisible, una manera en la que el individuo percibiese sus nuevos fines como escogidos por él y no impuestos desde afuera” (p. 44).

Es claro que si de lo que se trata es de manipular, manteniendo una máscara de ScL, entonces el Estado es un espacio crucial para controlar. Esta importancia radica en tres asuntos:

  • En primer lugar, porque en la organización del Estado se cuenta con el dominio sobre un territorio determinado. Apoderándose del Estado, se facilita la manipulación a través de la utilización de las muy diversas y penetrantes organizaciones que éste controla y que van desde las escuelas y medios de comunicación hasta las policías y los ejércitos.
  • En segundo lugar, este control amerita de poder influenciar el establecimiento de las normas generales que rigen las acciones de la sociedad. Nótese que, si logro controlar el establecimiento de las reglas, puedo “criminalizar” las acciones que puedan amenazar el control que ejerzo sobre el mercado.
  • Obviamente, por último, este control sobre el Estado sólo puede ser ejercido si se esconde tras la máscara del cuidado del bien público. De aquí que, las acciones que, a través del Estado se hagan para mí beneficio, deberán aparecer como sin fuesen para proteger y promocionar la libertad de todos…

Es así como, uno de los mejores modos de garantizar la supremacía en el mercado sea manipular las reglas de tal modo que pueda crear barreras de entrada que disminuyan, o hasta eliminen, la aparición de otros competidores. Una de esas barreras de entrada son las establecidas a través de la subvención de los costos de “investigación y desarrollo” y de las regulaciones de “propiedad intelectual.”

El desarrollo tecnológico de la sociedad industrial de finales del siglo XX fue posible sobre los hombros del formidable despliegue del conocimiento científico moderno. La SMC es sólo posible gracias al desarrollo tecnológico que posibilitó un mercado a nivel planetario con productos de tecnología avanzada y los medios de producción, transporte y mercadeo que le son propios.

Ahora bien, los costos de la investigación y desarrollo que posibilitan dicho desarrollo tecnológico son elevados y los riesgos de la inversión altísimos. Por lo tanto, si podemos mantener la investigación y eliminar, o al menos disminuir, estos costos para las organizaciones privadas poderosas, esto sería un gran negocio. En este sentido, podrían ajustarse las regulaciones para que los fondos públicos que el Estado invierte en la investigación sean transferibles, sin trabas, a las organizaciones privadas. De esta forma, la investigación desarrollada con los recursos públicos sería apropiada por un grupo privado 7.

Claro que, sería necesario evitar que otras organizaciones puedan acceder a este conocimiento que se han apropiado. El mejor modo sería esconderlo pero cómo siempre será necesario compartirlo con otra gente para poder producir los productos derivados, esto será muy difícil. Además, en la generación de dicho conocimiento debió haber participado mucha gente y, para colmo, seguramente otra gente que también está investigando, puede estar cerca de descubrirlo. De aquí que, el único modo de evitar que otra gente genere o haga uso de ese conocimiento, será criminalizar su uso y publicación por otra gente. Los regímenes de “propiedad intelectual” buscan precisamente crear esta barrera. Ese conocimiento que ha sido generado en buena parte con “recursos públicos” es privatizado para el beneficio de los dueños de una organización y luego protegido por el Estado mediante regímenes de patentes y similares evitando así que otras personas puedan hacer uso de ese conocimiento de origen público 8.

Hayek, establece claramente, su oposición hacia el régimen de “propiedad intelectual” y de “patentes.” Hayek muestra la diferencia entre los bienes inmateriales (como lo es el conocimiento) y otro tipo de bienes. En los últimos, los escasos medios disponibles se orientan hacia su utilización más oportuna. En los primeros, si bien son también escasos, ocurre que una vez creados son fácilmente reproducidos. Lo que intentan hacer los regímenes de patente es crear una escasez artificial con el fin de hacer atractiva su producción. Al respecto Hayek nos dice:

…No es en modo alguno evidente que el fomento de dicha escasez artificial sea la manera más efectiva de estimular el correspondiente proceso creativo. Personalmente, dudo mucho que, de no haber existido los derechos de autor, hubiera dejado de escribirse ninguna de las grandes obras literarias…

De manera similar, los estudios realizados al efecto no han logrado demostrar que los derechos de patente favorezcan la aparición de nuevos descubrimientos. Implican más bien una antieconómica concentración del esfuerzo investigador en problemas cuya solución es más bien obvia, al tiempo que favorecen que el primero en resolver los problemas en cuestión, aunque sea por escaso margen, goce durante un largo período de tiempo del monopolio del uso de la correspondiente receta industrial. (Hayek, 1990; Pp. 9, 10)

A fin de cuentas, Hayek nos muestra su disconformidad, no sólo por el asunto de injusticia contra aquél que por escaso margen pudo haber estado a punto inventar por primera vez algo sino, básicamente, porque este tipo de mecanismos afectan la “naturalidad” del orden espontáneo. Los mecanismos legales de levantamiento de “barreras de entrada” por “propiedad intelectual” se sustentan en la arrogancia de que un individuo o una organización tiene la posibilidad de contar con la información completa y la totalidad del conocimiento de tal modo que puede controlar el mercado. En contraste, la SMC no es que es arrogante por ingenuidad, sino que busca controlar y manipular el mercado para el beneficio de los grupos más poderosos.

3.2) La SMC y el consumidor

El individuo libre de la ScL pierde su individualidad en la SMC. Se trata de homogeneizar a los individuos de tal suerte que sea posible determinar, con cierto nivel de fiabilidad, las preferencias. Lo que se busca es moldearle a las poblaciones sus patrones de preferencias para sacarles el máximo beneficio (tras la máscara de la escogencia liberal). Por ello, más que sociedades de individuos libres para escoger de acuerdo a sus preferencias, encontramos masas: muchedumbres homogéneas de hombres dóciles que actúan de acuerdo a patrones de consumo determinados por poderosos oligopolios. En este contexto, entenderemos al consumidor como ese individuo aglomerado en masas homogéneas de acuerdo a patrones de consumo determinados por poderosos oligopolios.

Nótese la tremenda diferencia entre el individuo de la ScL y el consumidor de la SMC. Mientras el primero escoge libremente según sus preferencias, al segundo se le determinan sus patrones de consumo haciéndole creer que escoge libremente. Es fácil ver la importancia que la moda puede jugar en esta sociedad. Producir lo que está de moda será un buen negocio. Si se puede manipular a la gente para que adquiera un producto determinado, es decir si se influencia la moda, se alcanzarán grandes beneficios. La manipulación de las masas irá en función siempre de dominar la masa.

Nótese la tremenda diferencia entre este mercado de masas y el de la ScL. El mercado de la ScL es el dispositivo que posibilita la evolución social gracias a  la innovación constante producto de la escogencia libre de individuos que tenderán a buscar los mejores productos. Por el contrario, en la SMC se trata de manipular las tendencias. De tal manera que, el individuo-masa escoja, no los mejores productos sino, lo que está de moda. Es decir, escoger lo que escoge la mayoría. Quien no está a la moda se diferencia de la masa y esto no es bien visto en la SMC 9.

Quizá es importante aquí hacer alusión nuevamente al asunto del basamento tecnológico necesario para el soporte de la SMC. Como ya dijimos anteriormente, la SMC es sólo posible gracias al formidable desarrollo tecnológico al que se ha llegado a finales del siglo XX. Ello es evidente gracias a que es este desarrollo el que ha permitido los dispositivos físicos que posibilitan este mercado mundial. Sin embargo, debe también tomarse en cuenta el formidable desarrollo de tecnologías que posibilitan la manipulación de las masas. Junto a las tecnologías de las telecomunicaciones, por ejemplo, que posibilitan que se vean los mismos programas de televisión a nivel mundial viene también las tecnologías de manipulación que en comerciales, en series televisivas, noticieros y, en general, en todos los contenidos televisivos se vaya amoldando la población hacia patrones de consumo que han sido dispuestos por los grupos de poder. La SMC, por lo tanto, se soporta en el desarrollo tecnológico entendido tanto en su cariz de dispositivos tecnológicos físicos como de tecnologías de manipulación de masas.

Vemos así otra diferencia crucial entre ambos modelos de sociedad. En la ScL los individuos libremente se asocian, en tanto que individuos, a la sociedad. El individuo liberal, en sociedad, es un socio. Por ello, la sociedad es co-operación. Por el contrario, en la SMC los individuos son consumidores-masa manipulados para escoger según la moda. El que no sigue los dictámenes de la moda, queda fuera, es excluido y si no es masa es potencialmente peligroso, atenta contra la SMC. El individuo que no es amoldado al papel de “consumidor” es un criminal, al menos en potencia. No se trata de co-operar, sino de amoldarse.

Se hace patente en este momento que la SMC al tender a lo que está de moda -lo que está en el medio,- la SMC es una sociedad mediocre. Claro que en la competencia entre las organizaciones, aquellas más poderosas buscarán reclutar a los individuos más competentes. Y los beneficios del que disfrutarán estos individuos talentosos servirá de impulso que puede generar cierta competencia que promoverá mayor estudio por parte de estos pocos individuos más competentes. Cierto. Pero a fin de cuentas, estos individuos talentosos trabajarán en pro de la manipulación de las masas según la moda. Es decir, serán gerentes que dirigirán su talento en pos de la mediocridad.

Ahora bien, cuando decimos individuos “competentes” ¿a qué nos referimos?. Por supuesto, nos referimos a individuos con “competencia.” Es decir, alguien con pericia, que lo hace competitivo. Si la SMC se soporta en la industria moderna, es normal que su modelo de industria sea fragmentado según el modelo de la “cadena de producción”. De aquí que, la competencia se medirá según los conocimientos para atender fragmentos particulares de las cadenas de producción. Se trata así de “especialistas”. Con competencia, sí, pero sólo en segmentos, no en totalidades. Son especialistas que tienen conocimiento de un fragmento y que también son consumidores. Es decir, son consumidores mediocres con conocimiento fragmentado. Es lógico que sea así, de poder ver totalidades, develarían la SMC y su enmascaramiento tras la careta de ScL. La “especialización” será así una excelente estrategia para sostener la manipulación de la SMC.

Si a todo lo anterior podemos imprimirle una cierta sensación de seguridad. Es decir, si los consumidores se sienten seguros y cómodos, ¿por qué habrían de cuestionar la SMC? ¿Acaso no la celebrarían a rabiar?…

Si reunimos lo que hemos venido diciendo, nos encontramos con un consumidor que se acerca mucho a la definición que de hombre-masa hace Ortega y Gasset:

[Si] se estudia la estructura psicológica de este nuevo tipo de hombre-masa, se encuentra lo siguiente: Io, una impresión nativa y radical de que la vida es fácil, sobrada, sin limitaciones trágicas; por tanto, cada individuo medio encuentra en sí una sensación de dominio y triunfo que, 2o, le invita a afirmarse a sí mismo tal cual es, a dar por bueno y completo su haber moral e intelectual. Este contentamiento consigo le lleva a cerrarse para toda instancia exterior, a no escuchar, a no poner en tela de juicio sus opiniones y a no contar con los demás. Su sensación íntima de dominio le incita constantemente a ejercer predominio. Actuará, pues, como si sólo él, y sus congéneres existieran en el mundo; por tanto, 3o, intervendrá en todo imponiendo su vulgar opinión, sin miramientos, contemplaciones, trámites ni reservas… (1930, p. 103)

3.3) Los MSL contra la SMC

Es evidente que la lucha de los MSL ocurre contra el monopolio que ejercen en el mercado global algunas poderosas organizaciones. Mediante una estrategia organizativa de co-operación, los activistas de los MSL han logrado no sólo hacerle competencia a poderosas organizaciones sino que incluso han logrado posicionarse con ventaja en algunos nichos 10.

Oliva (2006) muestra una interesante interpretación en torno a la estrategia de competencia co-operativa en el Software Libre. Oliva se basa en la teoría de juegos y presenta dos modelos comunes en esta teoría: el dilema del prisionero y la tragedia de los comunes. En el primer caso, dos prisioneros son interrogados, se encuentran separados sin ninguna posibilidad de comunicarse. Si uno acusa al otro y el otro calla, el primero es perdonado y el segundo sentenciado con pena máxima. Si ambos callan, ambos obtienen una pena mínima. Si ambos acusan, ambos son condenados con la pena máxima. Dado que los prisioneros no pueden comunicarse, es de esperar que ambos procuren maximizar sus posibilidades y, por lo tanto, ambos acusaran y por lo tanto obtendrán pena máxima. Nótese que, si ambos pudiesen comunicarse entre ellos y coordinar acciones, probablemente decidirían mantenerse callados para obtener la pena mínima como mejor opción. Es decir, la mejor estrategia para los acusados sería la de la co-operación. Sin embargo, la decisión más racional es la de acusar al otro. Y, como ambos acusarán, esta opción resulta ser la peor.

En el caso de la Tragedia de los Comunes ocurre lo siguiente. Supongamos que varios ganaderos llevan a pastar a sus rebaños a un ejido común. Cada ganadero aumentará sus ganancias en función del aumento de su rebaño particular. El problema es que al aumentar cada ganadero el tamaño de su rebaño, el pasto disponible en el ejido tenderá a agotarse. De esta manera, se hace evidente que es necesario o bien una auto-regulación surgida por el compromiso de los ganaderos para limitar la cantidad de los rebaños o una regulación impuesta por el estado.

Ambos ejemplos muestran que la estrategia de actuar de manera egoísta puede ir en contra no sólo del grupo sino también del propio individuo egoísta. En contraste, Oliva nos recuerda el equilibrio de Nash. Precisamente el teorema de Nash lo que nos muestra es que si los jugadores co-operan pueden alcanzarse soluciones en las que todos los jugadores saldrán beneficiados. Por el contrario, si los jugadores no co-operan, sino que cada uno busca su beneficio individual, el resultado será negativo para la mayoría, sino para todos. Nótese que si aplicamos el equilibrio de Nash al Dilema del Prisionero y a la Tragedia de los Comunes se muestra que la co-operación es la mejor estrategia para el beneficio de los jugadores.

Según Oliva, en el Software Libre la co-operación es una estrategia que brinda el mejor beneficio individual en un equilibrio de Nash.

En tanto que los desarrolladores contribuyen con sus cambios al código base común, todos obtienen un mejor piso a partir del cual construir, reducen la pérdida de recursos, incrementan la eficiencia económica y posibilitan que cada proveedor se diferencie en función de un mejor servicio en el nicho de mercado escogido… (Oliva, 2006; p.7).

Ahora bien, este modo de competencia del Software Libre se ha apropiado de algunos mecanismos ingeniosos de propiedad intelectual. Uno de los modos más interesantes ha sido el de los contratos de licencia. Los contratos de licencia son mecanismos de propiedad intelectual utilizados en la SMC para restringir los usos del software. Gracias a los contratos de licencia, cuando se compra un paquete de software producido por las organizaciones poderosas de la SMC, no se adquiere el producto. Se adquiere, más bien, un derecho de uso restringido. Este contrato restringe el uso que se puede hacer del software, se prohíbe que el mismo pueda ser compartido, que pueda ser copiado, que pueda ser modificado, que pueda ser estudiado. Si hacemos la analogía con un vehículo automotor es como si usted comprara un automóvil pero el proveedor le restringe las carreteras por las cuales puede conducir, le restringe los usos que puede hacer del automóvil, le prohíbe que lo conduzca otra persona que no sea usted, le prohíbe que modifique el carro según sus gustos y para colmo, le prohíbe siquiera abrir el capó… Por esta razón, los MSL llaman a este tipo de software “Software Privativo”, porque privatiza,y priva, el conocimiento.

Los MSL han utilizado este tipo de contratos de licencia, propios de la SMC, para habilitar caminos a modos que procuran rescatar la libertad individual de la ScL. Contratos de licencias como los de Creative Commons, GNU-GPL (GNU General Public License) y BSD (Berkeley Software Distribution) 11 abren caminos legales para permitir que el producto sea usado, compartido, estudiado y modificado libremente mientras que se protege legalmente el producto. Esta protección legal lo que procura es evitar que un free rider privatice el producto por medio de algún mecanismo de propiedad intelectual 12.

Ahora bien, más allá de la búsqueda por un mercado libre, la lucha de los MSL procura, en el fondo, un modo de vida ético que rescate la individualidad de la ScL. Como lo mostrábamos anteriormente, la ética “hacker” es un modo de vida caracterizado por la búsqueda constante por aprender, innovar y compartir, en un mundo abierto a la información, descentralizado y anti-burocrático. Es notorio que esta ética se enfrenta al “individuo-masa” de la SMC. Veamos:

Mientras que la SMC dice “¡Cómpralo! Ya un especialista, que -vamos- sabe más que tú, lo hizo”; los MSL dicen “¡Créalo!, nútrete de lo que otros ya hicieron, mejora la obra y co-opera.”

Mientras que la SMC dice “¡Vende! ¡Guárdate tu aporte! ¡Es tuyo!”; los MSL dicen “¡Compártelo, co-opera! Entre todos podremos valorarlo mejor para  mejorarlo.”

Mientras que la SMC dice “¡Compra! No pierdas tiempo produciendo, ya una organización de especialistas que saben más que tú lo hizo y no podrás competirle”; los MSL dicen “¡Hazlo, muéstralo y compite! Entre todos haremos que sean seleccionados los mejores productos por su calidad y no por mecanismos de publicidad.”

Mientras que la SMC dice “¿Para qué vas a inventar la rueda? ¡Cómpralo!”; los MSL dicen “¡Cultiva tu creatividad!.”

Mientras que la SMC dice “Eres uno mas de la masa, compra según la moda, ¡Mediocre!”; los MSL dicen “Eres un individuo: escoge racional y libremente de acuerdo a tus preferencias.”

Mientras que la SMC termina por crear una inmensa maquinaria de mediocridad, los MSL buscan rescatar ese quehacer del individuo libre que dedica toda su motivación a conocer más y hacer un mejor trabajo. Esta contribución tendrá como retribución una mejor plataforma común que beneficiará tanto al individuo como al movimiento. Ahora podemos entender por qué Levy (1984) nos dice que uno de los principios básicos de la ética “hacker” es que este modo de vida puede mejorar el mundo. Se trata, de dar una lucha en la que utilizando las herramientas del mismo desarrollo tecnológico que ha posibilitado el amoldamiento global en masas de consumidores, se abran oportunidades para recobrar la libertad liberal básica. En un nivel más profundo vemos además que no se trata tanto del software y de las computadoras per se sino de una búsqueda constante por mejorar en una franca competencia soportada en la abierta co-operación de los hackers.

No es extraño entonces que los hackers sean criminalizados por la SMC 13. Ciertamente el término se popularizó en el momento en que algunos jóvenes, algunos de ellos adolescentes, rompieron -hackearon- la seguridad de algunas redes computacionales de bancos e instituciones militares a finales de los años ochenta 14. Pero más allá de aquellos episodios iniciales de jóvenes retando la autoridad y de la inexperiencia en seguridad informática de las poderosas organizaciones de hace dos décadas, habría que preguntarse ¿por qué se mantiene esta asociación hacker-criminal?

Tendríamos que concluir que el crimen de los hackers es mantener una incesante búsqueda investigativa, por mantenerse aprendiendo, conociendo y criticando sin plegarse a los dictámenes de la mediocridad impuesta por las organizaciones poderosas de la SMC. Es criminal no sólo porque busca pensar distinto y en su diferencia se hace sospechoso, sino también porque en su diferencia y contraposición desnuda la manipulación de la SMC. La cultura hacker es criminalizada porque revela involución social que se pretende  en la SMC en contra del desarrollo social propio de la ScL.

Nosotros exploramos… y ustedes nos llaman criminales.

Andamos en pos del conocimiento… y ustedes nos llaman criminales.

Existimos sin color de piel, sin nacionalidad, sin prejuicios religiosos… y nos llaman criminales.

Ustedes construyen bombas atómicas, hacen la guerra, asesinan, engañan y mienten y tratan de hacernos creer que es por nuestro propio bien,y aún así somos nosotros los criminales.

Sí, soy un criminal.

Mi crimen es la curiosidad.

Mi crimen es juzgar a las personas por lo que dicen y piensan, y no por su apariencia. Mi crimen es ser más inteligente que todos ustedes, algo por lo cual, ustedes, nunca me perdonarán.

Soy un Hacker…

(The Mentor, 1986)

3.4) Los MSL y el Bien Público

En la SMC es un sinsentido el bien público. Ello ocurre, básicamente, por dos asuntos. En primer lugar, porque la SMC es una sociedad basada en la manipulación por parte de los grupos más poderosos en función de su beneficio propio. Claro que se puede hablar de “bien público” pero siempre será un modo de afectar emotivamente a las masas para que actúen en beneficio de los más poderosos 15. El “bien”, y la “moralidad” en general, son relegados a instrumentos de manipulación.

En segundo lugar, porque la SMC es una sociedad que olvida el “bien.” Se trata de ser como la media, es decir, se trata de ser mediocre. Pero como se ha olvidado el “bien”, ser mediocre pierde esa ponderación peyorativa que tenía en otras épocas en las que se buscaba descollar por un obrar excelso. Por otra parte, se trata de manipular a las masas para que actúen según la moda establecida por los grupos más poderosos. Los individuos más talentosos enfocarán todo su ingenio para ingresar a organizaciones poderosas y enfocar toda su voluntad a buscar modos de perfeccionamiento de estos mecanismos de reproducción de la mediocridad masificada a través de la manipulación.

Los MSL, por el contrario, luchan por el “bien público.” En primer lugar, porque los MSL procuran recobrar esa lucha originaria liberal por tener una vida excelsa. Recordemos que para Hayek y Von Mises uno de los problemas principales del Socialismo es que en la planificación excesiva por parte del Estado se afecta la espontaneidad del orden y terminan los funcionarios por planificar hasta la profesión de los individuos. La lucha liberal, se contrapone a esta visión en tanto que permite que los individuos puedan escoger libremente su profesión y desplegar de mejor manera lo que sabe hacer. Consecuencia de ello, los individuos estarán más motivados, realizarán una mejor obra y, en consecuencia, la sociedad se beneficiará de la contribución de cada individuo. Por ello es que para la ScL, el mejor modo de servir a la sociedad es desplegar la profesión en función del interés propio. Los hackers de los MSL precisamente procuran esto, desplegar una vida de mejoramiento y crítica continua, aprendizaje incesante y retos cada vez más complejos. De esta manera, los hackers despliegan una vida de búsqueda del bien en su quehacer individualista que se traduce en un mejor servicio social. Nótese que en ello se recobra esa búsqueda por la libertad que le ha sido tan propia a la Modernidad y que le brinda el nombre al liberalismo. La vida hacker exige coherencia en la búsqueda por la liberación.

Y en ello ocurre que en la búsqueda por abrir espacios para la escogencia del individuo y por buscar espacios para un mercado libre que pueda servir de motor de desarrollo de la sociedad, tiene lugar una lucha por restablecer la libertad de escoger que, recordemos, es el bien público fundamental de la ScL. Los activistas de los MSL son radicalmente liberales…

Y, sin embargo… Hay hebras sueltas que parecen apuntar en otro sentido.

4) Hebras Sueltas

Hemos mostrado la profunda comunión entre los MSL y la ScL. Hemos mostrado también a la SMC como fundamento que da sentido a las pretensiones de privatización del conocimiento que tiene lugar particularmente en el mercado del software y que, en contraposición, brinda sentido a los MSL. Pero, a fin de cuentas, hemos rehuido el tema del extraño mecanismo de mercado (si es que es un “mercado”) que tiene lugar en el seno de los MSL.

El tema ha llamado la atención de una variedad de autores. Oliva (2006), a quien ya revisamos, muestra cómo los acuerdos de co-operación de los MSL terminan siendo de beneficio para los individuos participantes. Tirole y Lerner (2000) muestran cómo la motivación de programadores novatos -que procuran formarse e ir ganando prestigio entre los programadores- explica la participación de muchos de los integrantes de los MSL. Sin duda que estas explicaciones pueden dar cuenta parcial de los MSL. Sin embargo, son explicaciones muy parciales. Autores como Lakhani y Wolf (2003) o Bonaccorsi y Rossi (2003) concluyen que en los MSL se muestran lógicas de producción que trascienden la simplicidad de la dicotomía “bienes privados (mercado) – bienes públicos (finanzas públicas)” con la que cuentan las teorías económicas actuales. En otras palabras, el mecanismo de co-operación y competencia en el intercambio entre los participantes de los MSL no puede reducirse al mecanismo de mercado de la ScL. De aquí que, o bien nos encontramos ante un modo de intercambio distinto en un nuevo modo de evolución económica de la ScL, o bien nos encontramos ante un tipo de relación social que puede ser heraldo de otro modo social al que aún no alcanzamos a explicar suficientemente.

En cualquiera de los dos casos se hace patente que es necesario el desarrollo de nuevas teorías que arrojen luz sobre el sentido de los MSL. Por ejemplo, ya habíamos mostrado que mientras la ScL se define en contraposición del Socialismo, los MSL se definen en liberación de la SMC. Sin embargo, es necesario revisar un asunto más de fondo en esta sutil diferencia. Nótese que mientras que lo que brinda sentido a la ScL es la posibilidad de que el individuo pueda escoger libremente según sus preferencias, los activistas de los MSL lo que procuran es liberarse de la mediocridad y la manipulación de la SMC. Aquí nos encontramos con una situación límite interesante. En esta búsqueda por la liberación de la manipulación y la mediocridad, los hackers deben desarrollar destrezas tecnológicas iguales o superiores a las desplegadas por las organizaciones de la SMC. Se establece así una lucha por el control a través de la tecnología. Dice Kirtchev, en su famoso “Manifiesto Cyberpunk”, que: “El mal proviene del hombre y el bien de la tecnología. La red controlará a los hombrecillos, y nosotros controlaremos la red. Si no controlas, serás controlado” (Kirtchev, 1997). En una primera vista, esta lucha por el control puede reducirse a una lucha por poder, “o controlas o te controlan.” De ser así, no habría mayor diferencia entre los hackers de los MSL y los gerentes de la SMC. En la lucha por restablecer la libertad, podríamos encontrar una incoherencia de fondo en la que, tras la máscara de la liberación de la mediocridad, encontremos una búsqueda por imponer una visión hegemónica, que es precisamente lo que Hayek más le critica al Socialismo. Continúa Kirtchev: “Estamos intentando cambiar la situación. Intentamos ajustar el mundo presente a nuestras visiones y necesidades. Usar, al máximo, lo que nos sirve e ignorar la basura…” (ídem).  Se trataría así, simplemente, de liberarse de los manipuladores para manipularlos y encuadrarlos de acuerdo a “mis” necesidades y visiones. No existiría diferencia, repetimos, entre el gerente de la SMC y el hacker.

Sin embargo, ocurre que en este modo de ser hacker la liberación muestra también otro cariz. Himanen (2001) cita a Linus Torvalds para caracterizar a modo de ser hacker en términos de la pasión. Lo que mueve al hacker no es el deseo de controlar sino la pasión por la creatividad. Si la intencionalidad hacker fuese proyectada en términos de la libertad de escogencia, la motivación principal del hacker sería ganar más dinero para poder escoger con mayor libertad. Sin embargo, como Himanen nos muestra, “trabajar por dinero” no está propiamente en el corazón de la ética del hacker. El hacker trabaja por su pasión por crear. Nos encontramos así con una relación esencialmente recursiva 16 en la que la libertad posibilita la pasión por la creatividad a partir de la cual se posibilita la búsqueda por la liberarse de la mediocridad: libertad ↔ creatividad.

Obviamente no se trata de una creatividad dirigida a la producción de la SMC. No se trata de producir para promover la mediocridad de la moda. Raymond (2003) lo expresa claramente:

“Para actuar apropiadamente a la filosofía Unix 17, debes ser leal a la excelencia. Debes creer que el diseño del software es un arte merecedor de toda la inteligencia, creatividad y pasión que uno pueda reunir…” (Raymond, 2003, p. 51).

Lo que busca el hacker es la excelencia. Y la excelencia exige pasión. Muchas veces esa pasión se entiende como “diversión” y es que el hacker se entretiene programando. Pero “diversión” no es esa la mejor palabra para indicar el sentimiento de la “pasión.” El hacker vive con afición vehemente su labor como activista de los MSL. Pero esa “pasión” exige trabajo duro. El camino de creación produce gozo y felicidad en la creación 18, cosa que difícilmente podrá imaginar a el gerente de la SMC en su afán por sostener la mediocridad.

Himanen (2001) explica la pasión hacker como ese “estado de motivación por algo intrínsecamente interesante, atractivo y gozoso ” (p. 43). Muy importante en esta cita es el uso de la palabra “intrínsecamente”. El buen hacer del hacker sólo puede lograrse en el quehacer de la práctica de las ciencias computacionales. No existe dinero que pueda comprar este “buen hacer.” Para programar excelente, debe serse un maestro y para ello deben haberse cultivado las virtudes propias de la buena programación. Por eso, los niveles de excelencia que permiten valorar apropiadamente los buenos programas amerita de la buena práctica de la práctica de la programación. Dice Himanen (2001) que: “para estos hackers, el reconocimiento en el seno de una comunidad que comparte su pasión es más importante y más satisfactorio que el dinero, al igual que sucede en el caso de los científicos de la Academia ” (p. 45).

Creemos que de manera apropiada, Levy (1984) nos decía que este modo de ser hacker mejoraba el mundo. Pero abrir este tema nos haría demasiado largo este ensayo y tendremos que emprender este  apasionante camino de la práctica de la programación en otra ocasión.

Unix cuenta con una cultura;

cuenta con un modo distintivo de programación;

y cuenta con una poderosa filosofía de diseño.

Entender estas tradiciones le ayudará a realizar un mejor software

(Raymond, 2003; p. 25).

Agradecimientos

El agradecimiento sincero a los profesores Jose Aguilar y Oswaldo Terán quienes revisaron una versión preliminar de este escrito. Asimismo, se agradece la tutoría del Prof. Hernán López Garay especialmente en el acercamiento al modelo de Sociedad Liberal aquí presentado. Por último, el más sincero agradecimiento a esos pocos hackers que hay por ahí… Por intentar desplegar una vida ética…

Referencias

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Etzioni, Amitai (1996). The New Golden Rule. Community and Morality in a Democratic Society. Basic Books. New York.  EE.UU.

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Notas

(1) El modo de organización por votación, es el más común delos MSL especialmente en los proyectos grandes donde están involucrados gran cantidad de personas.

(2) Para mayor detalle ver (Himanen, 2001)

(3) Ver http://www.debian.org

(4) Incluso todo comenzó como una aventura de estudiantes. El nombre de “Debian”, por ejemplo, proviene de la unión del nombre de la chica que era novia del fundador (“Deb-ra”) y su nombre propio (“Ian”) del cual proviene “Debian.” Puede verse así, la falta de planificación y de un férreo control central.

(5) El proyecto GPG (o GnuPG) es un proyecto de codificación criptográfica diseñado para cifrar la información de los computadores y evitar así que pueda ser accedida e inspeccionada. Este tipo de cifrado cobra vital importancia especialmente al momento de enviar información vía red (p.e. correo electrónico). Cuando un “desarrollador” brinda su firma a un “mantenedor” significa que tiene confianza en los programas y contenidos que éste le envía.

(6) Decimos “oligopolios”, y no directamente de “monopolios”, porque sería propio de la estrategia de manipulación ocultar-se tras una máscara de competencia y libre mercado, en la cual pareciese que hay diversos proveedores y productos.

(7) Se considera que el Estado debe invertir en Investigación Científica porque la ciencia ha sido beneficiosa para la sociedad. Sin embargo, el alto riesgo de esta inversión hace que ésta no sea un “buen negocio.” A este tipo de particularidad la llaman “falla de mercado” y ha sido uno de los justificativos para la inversión pública en el área. Lander (2005) muestra en su artículo “La Ciencia Neoliberal” como, en efecto, en países como los Estados Unidos de América y Canadá ha venido ocurriendo que la inversión pública en ciencia y tecnología termina siendo enajenada por organizaciones privadas mediante mecanismos legales.

(8) Nuevamente Lander (2005) muestra buenos ejemplos de cómo esto está ocurriendo particularmente en la industria farmacéutica.

(9) Claro que seguramente surgirán nuevos mecanismos de manipulación para crear o bien mercados alternativos (internamente con un comportamiento similar de modas) o bien para mostrar publicitariamente la moda como un asunto de unos pocos selectos (¡Que contradicción!).

(10) El caso más emblemático es el del programa de administración de servidores “Apache” el cual ha sido desarrollado bajo la filosofía del Software Libre y cuenta con el 65% de los sitios web a nivel mundial (ver http://www.apache.org)

(11) Para más detalle ver: licencia Creative Commons (http://creativecommons.org/choose/?lang=es), licencia GNU-GPL (http://www.gnu.org/copyleft/gpl.html) y licencia BSD (http://www.linfo.org/bsdlicense.html)

(12) Al respecto ver Villarreal y otros (2005).

(13) El término “hacker” ha sido tan asociado a actividad criminal que entre los significados de la palabra se encuentra el de aquella persona que accede ilegalmente a redes computacionales para realizar un crimen. Ver, por ejemplo, la definición que de “hacker” presenta el Merriam-Webster Dictionary (http://www.m-w.com/dictionary/hacker).

(14) Incluso se generó un modo literario asociado con este tipo de sub-cultura. Ver por ejemplo el cuento “Cyberpunk” de Bruce Bethke (1983).

(15) Ello no significa que los individuos menos poderosos no sean manipuladores. Lo que pasa es que no tienen la capacidad para ejercer una manipulación de manera poderosa. Se trata de una sociedad emotivista en el sentido del que nos habla MacIntyre (1984).

(16) Para profundizar más en torno al concepto de la “relación recursiva esencial” ver Fuenmayor (1991).

(17) Unix es un sistema operativo portable, multitarea y multiusuario creado en 1969. Unix ha logrado gran influencia en ámbitos académicos y es en base a Unix que se generó, desarrolló y desplegó la ética hacker. Sistemas de Operación actuales, como Minix, Linux y BSD, son derivaciones que simulan Unix. Casi todos los MSL, quizá todos, trabajan principalmente sobre Unix o sus similares.

(18) Ver (Raymond, 2001) y (Bonaccorsi y Rossi, 2002).

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Contra la Mundialización de la Sociedad de Consumo, en rescate de la Sociedad Liberal

Por José J. Contreras

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1) Introducción al Problema

Entre los militantes de los Movimientos por el Software Libre (MSL) [1, 2] es común escuchar que el Conocimiento es un bien de carácter público. Decimos, los activistas de los MSL, que el problema del presente yace en que el conocimiento, y particularmente el conocimiento del software, ha sido privatizado o secuestrado por grupos minoritarios -pero muy poderosos- en desmedro de las grandes mayorías.

Eso lo decimos y lo vivimos. Todo nuestro quehacer se basa en la lucha de resistencia por mantener, y avanzar en algunos casos, los espacios de libertad en la generación, acceso y uso del conocimiento en general y del conocimiento del software en particular. Y cuando decimos “libertad” nos referimos a la liberación del conocimiento para que sea público y bueno. Incluso, muchas veces en el discurso escuchamos referencia a un pasado utópico, no muy lejano, en el que el conocimiento del software era plenamente libre. Sí, apenas en la década de los setenta el conocimiento del software era libremente compartido y divulgado. Muy recientemente -a partir de la década de los ochenta y con fuerza en los noventa- comenzaron restricciones leguleyas para impedir ese modo que decimos natural, propio del conocimiento y de la producción de software.

Nótese que todo este planteamiento se soporta sobre la posibilidad de la existencia de “el bien”, “lo público” y “el bien público.” La pregunta subsiguiente es obvia. ¿En nuestra actualidad son posibles tales cosas como “el bien”, “lo público” y el “bien público”? Tal pregunta es vital porque de ser negativa la respuesta no tendría sentido el quehacer de los MSL.

Pues bien, de acuerdo a Alasdair MacIntyre (1984) tales cosas como “lo bueno”, “lo público” y el “bien público” en la actualidad son términos fantasmagóricos que no cuentan con un asidero firme y sin condiciones que posibiliten su sentido pletórico. En consecuencia, los MSL serían un sinsentido, “una jauría de hippies trasnochados” como muchas veces -palabras más palabras menos- nos tildan. [3]

¿Qué somos? ¿Somos un sinsentido?

Comenzaremos por aproximarnos a desvelar el sentido de los MSL a través de su interpretación a la luz de un contexto de sociedad liberal. Esta interpretación será contrastada a la luz de un contexto de sociedad de consumo. Este contraste nos ayudará a ganar comprehensión en torno al sentido de los MSL en el presente. Las hebras que nos queden sueltas nos guiarán hacia otras rutas que puedan abonar en el interminable camino de pregunta que seguimos los militantes de los MSL.

2) La Sociedad Liberal y los MSL

2.1) Un modelo ideal de Sociedad Liberal

El punto de partida del liberalismo puede resumirse en que todos los individuos son libres de escoger según sus propias preferencias siempre que en esa escogencia no dañe las posibilidades de los otros individuos de escoger de acuerdo a sus propias preferencias (Etzioni, 1996). Podemos reconocer que este punto de partida sirve de basamento para dos pilares fundamentales que sostienen la sociedad liberal: la co-operación y la competencia.

La Sociedad Liberal (ScL) [4] es el espacio en el que los individuos concurren para co-operar. “La sociedad es co-operación”, dice Von Mises (1951; p. 292. Énfasis nuestro) [5], porque la sociedad aparece como un dispositivo en el que los individuos diversos concurren para beneficiarse particularmente. La sociedad es el espacio de simbiosis entre los diferentes individuos.

La co-operación entre individuos surge del hecho natural de que no todos los individuos son iguales y que las condiciones externas que afectan la vida humana son muy diversas. De aquí que cada individuo podrá dedicarse a aquello que pueda hacer mejor de acuerdo a sus capacidades individuales y al entorno en el que se encuentra. De aquí se posibilita un continuo proceso de mejoramiento que se traduce en mejores y mejores productos. En este sentido, Von Mises (1951) nos dice que es a partir de la co-operación que es posible una división de la labor que se traduce en que la gente hará lo que sabe hacer mejor y que repercutirá en una mayor productividad en el trabajo. Esto, para Von Mises, es la condición que posibilita el surgimiento de una “civilización.”

Nótese que, a mayor productividad -entendida esta no sólo en términos de mayor producción sino también de mayor calidad de los productos,- se intensifican las relaciones sociales. Esta intensificación de las relaciones tiene lugar en el marco de una sociedad de mercado. En la ScL, dado que cada individuo busca satisfacer sus preferencias particulares, las relaciones sociales se caracterizarán por ser de intercambio. El intercambio es el modo de relación mediante el cual cada individuo buscará satisfacer sus preferencias particulares en la sociedad. Como bien lo expresa Von Mises (1949), toda acción humana tiene propósito y en éste propósito sólo puede haber la decisión de intercambiar, o no intercambiar, con “el otro.”

Es así como la ScL se nos muestra como un espacio en el que cada individuo se beneficia particularmente gracias al intercambio con los otros para alcanzar sus fines individuales. Obviamente, la ScL se sustenta en la posibilidad de la propiedad. La propiedad, se entiende como el derecho que tiene el individuo sobre el producto de su laborar. A partir de acá puede entenderse que es la “propiedad” la condición que posibilita el intercambio y el beneficio en la relación con “el otro” en sociedad.

De esta manera, “el otro” aparece siempre como un medio que me sirve a mis fines particulares. Dice Von Mises (1949), “todos son tanto medios como fines en sí mismos, [-son-] un fin último para sí mismos y un medio para el resto de la gente en sus esfuerzos por alcanzar sus fines propios” (p. 257).

Ahora bien, dado que la relación con el “otro” es siempre una relación instrumental de negociación y dado que los recursos son limitados, entonces la competencia estará siempre presente en las relaciones sociales. Se tratará, en consecuencia, de usar de manera óptima los recursos de tal suerte que se posibilite el máximo beneficio al mínimo costo.

Podemos ver que, desde esta perspectiva, el mercado se convierte en un dispositivo importantísimo para el desarrollo social. El mercado permite que en la dinámica social los individuos escojan por sí mismos los mejores productos y desechen los peores. Por ello, gracias a la competencia, los individuos se abocarán a la innovación para el desarrollo de productos cada vez mejores. Así, la innovación siempre presente será la marca que identificará un mercado en buenas condiciones y con ello una sociedad que evolucionará hacia mejores estadios de vida.

Aún más, de acuerdo con Hayek, en las sociedades complejas es imposible que un individuo o una organización puedan contar con toda la información necesaria para tomar decisiones de importancia. El mercado, en este contexto, juega un papel vital puesto que éste sirve de mecanismo mediante el cual el conocimiento de cada individuo entrá en interacción con el de los demás y en el juego de la co-operación y la competencia la sociedad -como un todo,- va aprendiendo, depurando y promoviendo el conocimiento (Hayek, 1949). De esta manera, la competencia en el mercado se convierte en el motor que posibilita la evolución del mercado y, en consecuencia, de la sociedad.

Nótese que al reunir competencia y co-operación debemos concluir que para la ScL, la paz es un requisito indispensable para el buen despliegue social. La competencia desarrolla la sociedad; el conflicto -por el contrario- la destruye. Von Mises nos dice que “el sentido de la batalla es la destrucción; el de la competencia, la construcción” (1951; p. 320. Traducción libre). Se entiende, entonces, que sea de importancia para la ScL el establecimiento de normas generales que definan cuáles tipo de acciones no serán aceptadas, y en contraposición cuáles sí, para que puedan darse las condiciones que posibiliten el despliegue de la acción individual en la escogencia de sus preferencias.

De lo anterior se deriva que, ¡atención!, en términos meramente lógicos, el bien fundamental de la ScL es el sostenimiento del principio de la libertad individual de escoger (MacIntyre, 1988). Cualquier otro bien será siempre de carácter individual y temporal. La paz, por ejemplo, es un bien derivado del principio liberal, así como el co-operar, el competir y el innovar.

Sin embargo, es importante aquí destacar un punto crucial. Desde el contexto interpretativo aquí presentado, si bien la sociedad es un dispositivo que potencia la capacidad del individuo para escoger, no es que el individuo puede deshacerse de la sociedad a conveniencia. El ser humano es un ser intrínsecamente social, al menos en su etapa histórica actual. Von Mises (1951) nos dice que:

El hombre moderno es un ser social, no solo porque sus necesidades materiales no podrían satisfacerse en soledad, sino también porque ha logrado un grado tal de desarrollo de la razón y de las facultades de percepción que no serían posible fuera de la sociedad. El hombre es inconcebible como un ser solitario, la humanidad existe solo como un fenómeno social y la humanidad trascendió el estado de la animalidad cuando la co-operación evolucionó las relaciones sociales entre individuos. (p. 292).

Hayek va más allá, el hombre es un ser social porque todo individuo sólo cuenta con una pequeña porción de conocimiento. Para Hayek hay dos tipos de conocimiento. Uno de tipo explícito, que es la minoría, y que es el que finalmente podemos plasmar y comunicar por escrito. Y otro que es tácito y que es la mayor parte del conocimiento. Este conocimiento no puede hacerse explícito y sólo es comunicado en la relación y la práctica cotidiana. En la co-operación y la competencia se transmite el conocimiento más exitoso en sus dos modos: el tácito y el explícito. El ser humano es, en este sentido, un ser irrenunciablemente social (Pennington, 2007).

Aquí se asoma un asunto de vital importancia en el contexto interpretativo de ScL aquí esbozado. En la sociedad se aprenden comportamientos que son aceptados socialmente. Con el tiempo, en un comportamiento similar al del mercado, la sociedad va manteniendo los comportamientos que le son de más beneficio y desechando los que no. Este proceso de “escogencia” no tiene que hacerse de manera explícita, por el contrario, en oportunidades estos comportamientos socialmente aceptados pueden ser percibidos como molestos a nivel individual. Sin embargo, su aceptación social es muestra de que a la sociedad le ha sido beneficiosas. Arganduña (1991) nos dice que Hayek “llega a decir que lo que caracteriza al hombre no es la razón, sino esa capacidad de sustituir respuestas innatas (los institntos…) por normas aprendidas.”

Este tipo de comportamientos aprendidos están entre el instinto y la razón. Se desarrollaron junto a la razón, pero no son racionales. De esta manera, estos hábitos adquiridos se van difundiendo por toda la sociedad y se van transmitiendo por tradición. En consecuencia, la evolución humana debe entenderse más como un asunto de evolución cultural basada en el aprendizaje y la tradición que como un asunto de evolución biológica o como un progreso de la razón. La evolución procurará extender las posibilidades para la supervivencia del ser humano y para la expansión de las posibilidades de los individuos para desplegar sus capacidades propias según sus preferencias.

Según Hayek, esta evolución cultural fue posible en la medida que algunos ligeros cambios de conducta produjeron una separación de los instintos del altruismo y la solidaridad. El altruismo fue superado en la medida en la que cada individuo, al procurar sus fines de manera egoísta, servía de mejor manera al “otro” para su propio beneficio. Fue así como el altruismo fue superado por la co-operación.

Asimismo, Hayek entiende la solidaridad como la “concordancia de fines” entre los distintos individuos. Según Hayek, dado que el consenso en los fines es imposible y que no es posible que una persona u organización tenga el conocimiento completo acerca de una situación, la solidaridad llevará siempre a situaciones de coaptación y autoritarismo en las que los intereses de grupos poderosos se impondrán como los únicos y valederos por sobre la mayoría (Hayek, 1949).

Hayek (1948) nos dice también que “la colaboración espontánea de hombres libres a menudo crea cosas superiores a las que las mentes individuales podrían comprehender en su totalidad” (p.7, traducción libre). Es así como, en las sociedades complejas emergen patrones de regularidad que aunque son consecuencia de las acciones individuales humanas, no fueron conscientemente planificadas. A este modo de orden que emerge en las sociedades, y que aunque es consecuencia de las acciones individuales no ha sido planificado, lo llama Hayek un “orden espontáneo.”

Se hace evidente que, desde este contexto, el gobierno de la ScL debe ser uno que procure mantener y sostener las oportunidades para que cada individuo pueda desplegar plenamente su derecho de escoger y así poder seguir sus fines particulares. El gobierno deberá ser garante del sostenimiento de las normas generales mínimas que aseguren el sostenimiento del principio liberal. El poder del gobierno deberá ser suficiente para impedir que ningún individuo o grupo se sobreponga a la sociedad sin que éste llegue a convertirse en un grupo dominante. Por ello, la necesidad de cambios periódicos en los individuos que sustentan los cargos de decisión, así como el equilibrio de poderes y su vigilancia constante serán asuntos cruciales a la hora de implantar organizaciones de gobierno liberal.

Cabría aquí preguntar ¿de qué se libera la sociedad liberal aquí esbozada? Pues, no podríamos decir que se libera de la Iglesia y la Tradición (como podría entenderse la sociedad liberal ilustrada del decimonónico) porque la tradición es vista como un mecanismo de transmisión de las normas aprendidas. Más bien, la ScL aquí esbozada se define como una que está en contraposición al “Socialismo”.

El “Socialismo” implica una solidaridad básica entendida como la concordancia en torno a la utopía común que reúne a la sociedad como un todo. Sin embargo, dado que no es posible que todos tengamos una visión igual en torno a la utopía, no es posible lograr acuerdos a nivel nacional. Aún más, incluso si se lograsen acuerdos nacionales, estos grandes acuerdos no podrían luego concretarse en planes más locales debido a las diferencias de visiones entre los distintos actores con sus intereses y visiones particulares.

Esta imposibilidad de acuerdos concretos comúnmente trae consigo la imposición de mecanismos masivos de “propaganda” que buscan homogeneizar las diferentes visiones en una sola. A este proceso de “propaganda” se le disfraza con epítetos como “plan educativo” o “proceso formativo.”

La imposibilidad de acuerdos trae consigo la improvisación de los planificadores que luego se refleja en la improvisación en la economía y en los negocios particulares. En esta situación, que finalmente se percibe como de “urgencia”, se tiende a darle todos los poderes al “hombre fuerte” que puede “salvar a la gente de la debacle.” De esta manera, en los regímenes socialistas se pasa de una búsqueda por la planificación participativa, a la cesión de la libertad para dejar que un líder sea el que dirija e imprima su visión. Cosa que hará de acuerdo a sus intereses particulares. Así, para Hayek y Von Mises, el socialismo se convierte en un régimen que asesina la libertad individual y que camina hacia la servidumbre y la pobreza.

De esta manera, el liberalismo se entiende como el despliegue de la individualidad en el que la libre escogencia de acuerdo a las preferencias particulares va estimulando el mercado en su dinámica de continua selección de los mejores productos. Así, la innovación trae consigo una evolución que en el tiempo es beneficiosa para la sociedad.

Un orden espontáneo va emergiendo de esta sociedad en la que no hay individuo u organización que pueda contar con una visión total y con un conocimiento exhaustivo sino que va teniendo lugar patrones de regularidad que aunque son resultado de la acción humana, no pueden caracterizarse como producto conscientemente planificado. Un cierto equilibrio va mostrándose en la dinámica continua y en la emergencia de una sociedad cada vez más evolucionada en el despliegue que le es más propio.

Pasemos ahora a revisar el modo de acción de los Movimientos por el Software Libre (MSL) para ver qué es celebrado, y qué no, desde el contexto de ScL aquí esbozado.

Ver la Segunda Parte ->

Notas

1. Se conoce como Software Libre a aquel tipo de programas de computadoras que puede ser libremente usado, distribuido, estudiado y modificado su código fuente y cuyas mejoras deben hacerse públicas.

2. Los Movimientos por el Software Libre (MSL) son grupos de activistas que abogan y promueven el uso, generación y apropiación de Software Libre. Los más difundidos son los llamados Grupos de Usuarios de Linux y las Comunidades de Desarrollo entre las que resaltan el Proyecto Debian y la Fundación Apache.

3. Por cierto, cuando nos llaman así es porque para ellos el “ser hippie” tiene una significación peyorativa. Esta aclaratoria se hace solo para que quede claro en todos los lectores que la gente que nos llama así lo que quisiera es agredirnos con este epíteto. 8-)=

4. Utilizaremos “ScL” en vez de “SL” para evitar la confusión entre los acrónimos de “Sociedad Liberal” y “Software Libre.”

5. A menos que se indique lo contrario en la bibliografía, las traducciones al castellano son del autor de este escrito.

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La concepción estamental de Fuenmayor de la universidad

Por Jesús Puerta

Grupos sociales siglo XVIII

Las opiniones del profesor Luis Fuenmayor se han convertido en uno de los caballitos de batalla de la oposición al artículo 34 de la LOE, que iguala los derechos políticos de todos los miembros de la comunidad universitaria. Sus argumentos tienen el mérito de aclarar francamente, sin oblicuidades, la concepción elitista, jerárquica, estamental y conservadora de la universidad, que anima a la oposición. De ellos podemos sacar en claro algunos puntos claves. Ellos son: el concepto «ideal» de la universidad y de sus misiones específicas relativas al conocimiento; la distinción entre derechos políticos y académicos y, derivado de lo anterior, la defensa de una «necesaria» jerarquización estamental de los miembros de la universidad.

Rescato la idea de la especificidad de las misiones de la universidad: producir, innovar y comunicar conocimientos, formar profesionales, aportar a la solución de problemas nacionales. En esas tareas hay, por supuesto, una necesaria división técnica del trabajo y una distinción de funciones. Pero esa división técnica del trabajo no tiene por que llevar necesariamente a una división social y política. Al contrario. La concepción pedagógica actual desde hace tiempo, se basa en el diálogo, en la horizontalidad, en considerar los intereses cognitivos de los estudiantes y en la dialéctica interactiva e intercambio de roles entre el maestro y el estudiante. Si vamos al «ideal» de la ciencia, ésta se basa en su carácter público y crítico. Ello implica que la ciencia siempre debe ser objeto de discusión, dado que se asume de principio falible y falsable. Esa discusión continua en la que la ciencia se sitúa, supone una igualdad de derechos de intervención en la discusión. Incluso de los no especialistas. Los aportes de la ciencia, sus repercusiones sociales, no deben dejarse únicamente en manos de los científicos. Desde hace tiempo es así. Sostener lo contrario es propio de un cientificismo hace tiempo en retirada.

Así, las concepciones pedagógicas y científicas más avanzadas llaman la atención acerca de la importancia de TODAS las funciones, derivadas de una división técnica, no social ni política, que contribuyen a su realización. Por ejemplo, en el currículum se incluyen las condiciones físicas y logísticas. Muchos han señalado que la sociedad del conocimiento conlleva al «aplanamiento» de la institución científica. A eso contribuyen varias cosas: el impacto de las NTIC en las organizaciones, el carácter público y crítico de la ciencia, el fortalecimiento de los espacios inter y transdisciplinarios, la vigencia de los «diálogos de saber» y la importancia comprobada para la innovación de los que se hallan «afuera» de la especialidad o disciplina. Pensar hoy en una jerarquía estamental y aristocratizante cuando se piensa en condiciones de producción, aplicación y difusión del conocimiento, implica retroceder a concepciones, no sólo cientificistas, conservadoras y autoritarias, sino también feudales.

De esa concepción jerárquica, se parte para hacer una extraña distinción entre derechos políticos y académicos. Distinción que en realidad es confusión, como ya lo indica el hecho mismo de hablar de «derechos académicos». Si se está hablando del artículo 34 de la LOE, está claro que elegir las autoridades universitarias es un derecho político, no académico (si es que algo así existe). Eso está «claro y distinto». El problema se suscita cuando se confunde la autoridad académica, el respeto por el saber demostrado por un científico, el cual, de paso, no puede negar la crítica a los saberes establecidos en un momento determinado, con la autoridad política u organizativa (Weber la llama burocrática) que es la propia de un CU, un rector, etc. Lo racional es aceptar la autoridad académica dentro de la continuidad de las tradiciones de las disciplinas. Ya no lo es tanto para determinar indiscutiblemente la verdad, a menos que volvamos a la escolástica feudal. Mucho menos debiera tener que ver con la asignación de las funciones políticas y administrativas de una autoridad universitaria, más allá de la deseable y necesaria cualificación de los titulares.

Lo que ha llevado a la degeneración institucional de las universidades, no es la politización de las instituciones, o la extensión de los derechos políticos, lo cual, de paso, junto a la autonomía (derecho político, no académico) pertenece a la misma tradición democrático popular de Córdoba (recuérdese que la reivindicación de aquellos estudiantes era la paridad). La otra tradición, la tecnocrática o jerárquica estamental, niega de entrada la autonomía pues supone una subordinación a intereses empresariales o de religión. Han sido la elitización y la usurpación, por parte de grupos políticos, familiares y económicos, del poder en la institución lo que la ha desvirtuado. No la politización en abstracto, sino la hegemonía de cierta política específica, que se quiere ahora enmascarar oponiendo lo académico y lo político. Por supuesto que la universidad no es una república, pero sí está EN una república y de acuerdo a los principios republicanos debe organizarse. Ello se ha corregido en la LOE.

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¿Existe investigación sociopolítica desde la Revolución?

Miguel Ángel Pérez Pirela

Miguel Hernández en uniforme

Miguel Hernández en uniforme

Todos hablamos de “socialismo del siglo XXI”, “democracia participativa y protagónica”, “desarrollo endógeno”, “nueva geometría del poder”, etcétera… La pregunta es: ¿alguien ha definido sistemáticamente dichas categorías? ¿Acaso podemos seguir creyendo que la indefinición teórica de la revolución hace parte de su definición?

Hay que traer por ello a la discusión en torno a la realidad y la perspectiva de la Revolución Bolivariana las tres misiones fundamentales del investigador, el académico: la primera, generar los saberes y conocimientos referentes al ser humano como ser social o ser individual; la segunda, formar a otros ciudadanos (¿Quién está formando a nuestros ciudadanos después de diez años de Revolución?); y la tercera, aportar la sustancia de las orientaciones y decisiones en las políticas públicas.

Nosotros hablamos cotidianamente desde la revolución de la formación socio-política. Pero, ¿Formación de qué contenido? ¿A quiénes se va a formar? ¿Con cuáles formadores? ¿Formadores que fueron formados por quién? De hecho, ¿Dónde se encuentran nuestros centros de investigación sobre y desde la Revolución Bolivariana? ¿Dónde se encuentran nuestros tanques de pensamiento?

Ya basta de querer resolver el problema “intelectual” de la Revolución Bolivariana con salas situacionales. ¿Cuántas salas situacionales existen por ministerio? ¿Cuál es el resultado? La dictadura de la coyuntura. La dictadura del hic et nunc, el aquí y el ahora. El célebre “pan para hoy y el hambre para mañana”, pero ahora desde el punto de vista semántico, epistemológico, científico-social, científico-académico. Es necesario plantearnos entonces, la creación de centros de investigación científico-sociales socialistas, Bolivarianos, progresistas, de izquierda… Son necesario, ¿dónde están?

Existe el Centro Internacional Miranda (CIM), existe el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual, existe el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) y existen los pos-grados que ofrece la Universidad Bolivariana. Pero, en la mayoría de los casos, estos centros de pensamiento están desprovistos de investigadores de planta, resumiéndose éstos a personal contratado, asesores y estudiantes. No podemos darnos el lujo de seguir reflexionado en términos de individualidades, por muy geniales que sean; tenemos que comenzar a estructurar, primero que todo, centros de investigaciones con investigadores jóvenes, con investigadores que se formen en alto nivel, con investigadores que convivan con las comunidades, con investigadores que sean investigadores de planta, y no solamente asesores, invitados o estudiantes.

Una vez que se creen los centros de investigación que contrarresten la hegemonía de la investigación por parte de la derecha, podríamos entonces erigir una segunda propuesta bien empírica: estructurar redes de centros de investigación. Tenemos suficiente talento humano e intelectual, pero no están estructurados en centros que investiguen; no solamente que hablen sino que escriban y que formen; que tengan revistas académicas; que tengan impacto “granacional”, que convivan con las comunidades, como también con organismos internacionales. Todo esto proveerá las condiciones estructurales necesarias para que se pueda investigar realmente a partir de lógicas socialistas y no de meros individualismos.

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¿Cuál Ciencia, Tecnología e Innovación para Cuál Desarrollo?
Alejandro E. Ochoa Arias

tecnologiaendogena

La pregunta que pertinentemente fuese planteada como punto de partida para reflexionar en torno al sentido del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología comporta en sí misma una ambiciosa tarea. Pero también, la más fundamental, aquella sobre la cual debiera desarrollarse una sostenida reflexión intelectual por parte del sector científico y tecnológico venezolano. Por su condición de ser una pregunta fundamental, menester entonces es, comenzar a deshilvanar los hilos que conectan la Ciencia, la tecnología, la innovación y el Desarrollo.

Una primera aproximación nos revela cuatro interrogantes explícitas y una oculta, que sin embargo, sin dilucidarla, cualquier afirmación que se haga sobre las otras cuatro quedarán como simples trazas de huellas en un camino sin dirección.

Es obvio que se nos interroga sobre la Ciencia, la tecnología, la innovación y el desarrollo. La oculta, la pregunta no formulada, pero que se hace evidente, tiene que ver con aquello que reúne y junta esas tres preguntas en un plano de significado. Sobre ese plano es desde donde intentaré esbozar una respuesta en la cual la Ciencia, la tecnología y la innovación adquieren una meta específica denominada desarrollo.

Una respuesta inmediata, enmarcada dentro del contexto del juego discursivo que actualmente va adquiriendo cuerpo en las políticas públicas venezolanas, nos diría que se trata de un desarrollo endógeno. Con eso se cumple la tarea de forma casi inmediata, podríamos decir que es casi un acto reflejo.

Sin embargo, es de hecho, una respuesta irreflexiva y, en esa misma medida, podríamos señalar, que es irresponsable. Nos topamos entonces, con uno de los primeros retos con los cuales la ciencia, la tecnología, la innovación y todos los actores que hacen o pretenden hacer vida en la sociedad venezolana deben dilucidar: El significado del desarrollo endógeno como proyecto que encarna las condiciones de posibilidad de una sociedad más justa, más nuestra, más de todos.

Sea entonces propicia la oportunidad para esbozar lo que hemos ido aprendiendo en torno al desarrollo endógeno para poder después volcar la mirada sobre la condición de tres actores fundamentales enlazados por el recurso intangible más valioso de nuestro tiempo: el conocimiento.

I. El Desarrollo Endógeno: ¿Un desarrollo más?

Una primera pregunta tiene que ver con la diversidad y real enriquecimiento que comporta el adjetivo “endógeno” en el largo tránsito del concepto técnico-político que ha marcado al siglo XX, en occidente: El desarrollo. Ciertamente, es imposible agotar la historia de este concepto. Sin embargo, es importante fijar la atención en dos momentos que anuncian puntos de inflexión o cambio profundo en el fundamento sobre el discurso del desarrollo.

Esos dos momentos comportan crisis epistémicas, es decir, crisis referidas al modo de dar cuenta del fenómeno en cuestión, del desarrollo. Esas dos crisis pueden ser enunciadas, la primera, como la declinación del crecimiento económico como idea-fuerza del proyecto de sociedad. La segunda, la ruptura con el dualismo sujeto-objeto en el proceso de ser-en-el-mundo. Estos nombres casi criptográficos ameritan ser brevemente explicados.

I.1. La noción de desarrollo económico vs. despliegue del quehacer social

El declive de una idea-fuerza no ocurre en un vacío. Otras ideas vienen a ocupar el espacio que en su momento alguna idea ocupó casi de forma absoluta. El “casi” es fundamental para poder abrir el paso al pensamiento. Una idea-fuerza única es dictadura en el pensamiento y eso es, por principio, imposible.

En todo caso, es en la década de los sesenta que se vence en el ámbito científico, a la idea-fuerza vinculada al progreso de la humanidad como un camino lineal e inevitable y el cual encuentra en la prosperidad material, el desarrollo tecnológico y el crecimiento económico sus indicadores objetivos más descollantes. Decimos que se derrota porque se demuestra que a pesar del incremento sostenido de las capacidades tecnológicas, se acrecientan las brechas materiales y se hace evidente que la posibilidad de un desarrollo planetario es materialmente imposible.

Tal imposibilidad implica que la mayoría de las sociedades del mundo, excluida de los procesos de desarrollo de vanguardia, esté condenada a ir a la zaga y sufriendo además los embates y costos asociados con una tecnología no sustentable y a un uso indiscriminado de los recursos naturales. La situación actual revela no sólo el abuso de los recursos no renovables sino además, el agotamiento de la capacidad de renovación de los recursos supuestamente renovables.

El agotamiento del progreso económico como idea-fuerza y su transformación en mito significó la pérdida de la legitimidad del discurso del desarrollo para aglutinar sociedades y gobernarlas en nombre de la realización de ese proyecto. El desarrollo debió entonces abrir espacio a calificativos que rescataran al desarrollo y abrieran nuevas sendas a una calle ciega a la cual se llegó en nombre de una tecnología y ciencia comprometidas con la capacidad auto-legitimante de la economía y el progreso material (Habermas, 1970).

La irrupción de la dimensión ecológica y la necesidad de mecanismos de desarrollo y uso de los recursos con un afán de sustentar las condiciones mínimas para el bienestar de las futuras generaciones es lo que finalmente se materializa en la definición del desarrollo sustentable como la agenda sobre la cual se construiría el concierto de las naciones en el tercer mileno. Agenda 21 se denominó el esfuerzo por incluir en la noción del desarrollo aspectos vinculados al combate a la pobreza, al deterioro creciente e irreversible del patrimonio natural en un marco poco preciso sobre los mecanismos para hacer operativos aquellas buenas intenciones. Basta señalar que si bien se incorporan nuevos indicadores para medir el progreso y el bienestar de los pueblos, poco se logró para cambiar el sustrato cultural desde el cual el concepto de desarrollo nació originalmente: la división y consolidación de un modo de ver a las sociedades del mundo según un patrón único guiado por las capacidades de producción y consumo de bienes capitales. Mayor consumo, mayor mercado, mayores ventas seguían y siguen estando en el sustrato desde el cual se defiende una visión sustentable del desarrollo, ya no para revertir el proceso de deterioro profundo del planeta sino para preservar la ilusión del crecimiento económico ilimitado.

Finalmente, arribamos a la noción del Desarrollo Endógeno. El auge de esta noción, si bien no es un concepto contrario al de Desarrollo Sustentable, tiene sin embargo, una connotación profundamente innovadora con respecto a una idea que ha acompañado al desarrollo sustentable y es aquella vinculada a la atenuación y casi desaparición de las fronteras nacionales en virtud de que la sostenibilidad, o mejor dicho la insostenibilidad, no conoce fronteras nacionales. La pobreza, la enfermedad, los desastres ocurren sin que las fronteras sirvan de mecanismos que los detengan en el tiempo y en el espacio. Una sola referencia sirve para ilustrar la evidencia de esta afirmación: El promedio de vida en Harlem, barrio de New York es el mismo promedio de vida que en Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo. Sin embargo, la comparación así formulada pierde de vista o quizás porque no es su objetivo, un factor crítico sobre el asunto de la sostenibilidad. Nos referimos a la dinámica social que genera formas de articulación y de estar en comunión con otros. Este punto es sobre el cual descansa la mayor innovación del desarrollo endógeno como concepto con respecto a la evolución histórica del desarrollo (Fuenmayor, 2001).

El desarrollo endógeno sustentable tiene como principal característica la condición de ser auto-generativo o auto-poiético. Se caracteriza por un afán de autonomía asociada con las capacidades y potencialidades de una sociedad para auto-definirse y auto-construirse en su relación con las otras sociedades. Se sostiene que es necesario mejorar y fortalecer las capacidades propias de una sociedad para concebirse a sí misma como proyecto social que justifique y legitime las acciones del colectivo en función de un bien que va más allá del ámbito material y que supera la dimensión vinculada a la acumulación de riquezas. Se abre el paso a una noción de calidad de vida que integre la dimensión ambientalista, ecologista, humanista y económica a la luz de lo que la sociedad anhela ser.

El desarrollo endógeno asumido radicalmente, es decir, desde sus raíces, no es entonces un modelo de producción e intercambio de bienes entre sociedades. Constituye más que una respuesta, la capacidad y el esfuerzo por preguntarse por aquello que le brinda identidad, sentido de totalidad y significado a la sociedad en conjunto. De tal suerte que el Desarrollo endógeno tiene implicaciones más allá del ámbito económico porque inevitablemente debe interrogarse sobre qué economía, cuáles instituciones, qué ciudadanos son necesarios para un desarrollo cuya idea-fuerza es una sociedad más justa e incluyente. Conceptos estos dos que obviamente trascienden la dimensión económica, sin olvidarla.

Sirva esta pequeña escaramuza con las implicaciones del desarrollo endógeno para llamar la atención sobre una cierta forma de entender al mismo en términos de proyectos económicos de construcción de cadenas de valor in situ. Es decir, a procesos de integración productiva vertical consistentes en añadir el mayor valor a las materias primas de una determinada región. Esto siendo parte del proceso no es suficiente para garantizar un proceso de desarrollo que como hemos visto va más allá del ámbito de lo económico. Quizás, sigue siendo parte del dominio de lo económico como idea-fuerza del desarrollo. Nunca las crisis se superan de forma instantánea y absoluta. Este constituye quizás uno de los mayores retos para superar el afán del pensamiento único que tanto daño ha hecho a las sociedades periféricas de ese pensamiento y de aquel desarrollo.

Puesto en términos más simples, el desarrollo endógeno sustentable puede entenderse como: El despliegue del quehacer social en armonía con su entorno. Por entorno estamos entendiendo algo mucho más que el medio ambiente natural. El entorno incluye aquello que construido por todos le pertenece de un modo vital a todos: la cultura, el lenguaje, las formas institucionales de articulación de intereses, esfuerzos, necesidades y fortalezas.

La misma idea de despliegue supone que no es una tarea finita, con identificación plena de causas-consecuencias sino que es un proceso rico en el cual se revela no sólo las bondades y fortalezas, sino las carencias, las deudas, las dudas y las incertidumbres.

Finalmente, la noción de quehacer social supone que aquello que le da sentido a la sociedad misma, desde las formas ancestrales de vinculación colectiva hasta los mecanismos institucionales a medio desarrollar que caracteriza buena parte de la conformación actual del estado son necesariamente espacios que requieren atenderse para la configuración de aquella sociedad que trasciende su significado en términos de su desempeño económico y de su valor de uso en un sistema económico mundial. Es para decirlo brevemente, un reconocimiento de las capacidades sociales al ámbito de cada sociedad.

Esto nos conduce al segundo aspecto crítico que identificamos en el modelo de desarrollo económico.

I.2. La noción de sujeto-objeto vs. La perspectiva holística

La noción de Desarrollo Endógeno esbozada anteriormente tiene varias implicaciones que será preciso atender en su momento. No obstante, es importante destacar una que tiene un peso importante en el modo como se concibe el proceso de interacción entre el sector científico-tecnológico (sector del conocimiento) y el resto de la sociedad.

La idea del Desarrollo como pregunta en lugar de respuesta orquestada y definida por agentes externos constituye un profundo cambio de paradigma en el modo como se entienden las políticas públicas vinculadas a la promoción del desarrollo.

Constituido el desarrollo como pregunta y formulada en los ámbitos locales entonces, no podemos hablar de agentes de desarrollo y objetos del desarrollo. La ruptura de ese dualismo entre alguien o algo que desarrolla y un elemento pasivo que es desarrollado comporta un proceso mucho más rico y complejo de definición del proyecto de sociedad que se desea, el modo de alcanzarlo y el papel que deberán jugar los diferentes actores en ese proceso.

En este sentido, decir que es necesario un proceso multidisciplinario o transdisciplinario a partir del cual se pueda realmente construir una plataforma compleja de conocimiento y experticias es quizás insuficiente. Es necesario un proceso muchísimo más abierto de interacción que va más allá del ámbito del diálogo entre disciplinas. Es la reconstitución de los espacios del saber entendiendo que en ellos inevitablemente se manifiestan dinámicas del poder, ejercicios de apertura y cierre de espacios de significado que excluyen algunas formas de acción y sentido en beneficio de otras. En consecuencia se requiere de un proceso de emancipación profunda de aquello que decimos que sabemos, cómo lo sabemos y para qué lo sabemos. Sin embargo, la relativización del conocimiento no es un proceso del vale todo en el cual el conocimiento se desvirtúa y se le despoja de su relevancia por obra de una decisión de las mayorías. Se trata precisamente de poder volcar con mayor ahínco, crítica y esfuerzo creador, las capacidades científicas y tecnológicas en la tarea urgente, necesaria y trascendente de generar conocimiento relevante para atender las necesidades apremiantes del entorno social, cultural y natural de la sociedad venezolana. Además y quizás con mayor empeño, en la gestación de la reflexión creativa, crítica en torno a la humanidad que es necesaria para que ese mundo nuevo y alternativo tenga lugar.

La constitución de sujeto y objeto como unidad indivisible significa que la ciencia y la tecnología deben reconocerse en términos de intereses profundamente humanos y en esa medida estarán caracterizados por la circunstancia histórica que permite un determinado modo de ser-en-el-mundo que inevitablemente requiere por parte de nosotros una profunda revisión y crítica.

El modo de ser-en-en-el-mundo dominante es la forma instrumental en la cual el mundo se presenta como instrumento. Superar la instrumentalización de la naturaleza, de la sociedad, del hombre y del individuo es un reto no solamente para la ciencia sino para los procesos de educación y cultura en los cuales se encarna inevitablemente la tarea más importante que le corresponde a la sociedad venezolana, por no decir a la humanidad entera.

En términos más simples, la ciencia y la tecnología requieren ser concebidas y ajustadas en el horizonte del proyecto que históricamente se está constituyendo en Venezuela. Esta afirmación no tiene ninguna pretensión innovadora. En realidad, el progreso económico y material del denominado equívocamente Primer Mundo, tuvo como principal característica el acuerdo casi perfecto entre ese proyecto de sociedad y el papel asignado a la ciencia y la tecnología (CyT). Es evidente que en nuestro caso, el proyecto que históricamente ocurre en este momento no puede conformarse ni adecuarse a una CyT que fueron el resultado histórico de otro proyecto. No se trata entonces de un problema de querer o no hacerlo, sino de una casi inevitable imposición histórica para la sociedad del presente.

CyT se constituyen así en actores sociales relevantes pero que deberán entrar en un proceso de diálogo crítico y enriquecedor con otros actores sociales que quizás desde plataformas de conocimiento distintas requieren ser escuchados y atendidos, no para su inclusión en el discurso científico y tecnológico sino para precisamente enriquecer el espacio sobre el cual la CyT se constituye como actor social de relevancia. Desde el ámbito científico se podrá dialogar y construir sobre la nueva ciencia y tecnología, pero no en la actitud defensiva de quien guarda su trinchera, sino de la actitud crítica y generosa que sabe que el conocimiento está en continuo proceso de revisión y crítica.

Una pregunta obvia a esta altura de la crisis del presente y el modo como se aborda su respuesta por parte de la ciencia y la tecnología, se refiere a las condiciones de posibilidad sobre las cuales está transformación estructural profunda puede tener lugar.

La respuesta, quizás por su simpleza, revela que no existe una forma única y que será precisamente en el devenir de ese proceso que adquirirá la condición de respuesta satisfactoria o no. Esa respuesta simplemente radica en la transformación profunda del sentido de la educación y la cultura en la sociedad occidental, y con mayor modestia, en la sociedad venezolana.

II. La educación y la cultura como el centro del quehacer social

En el camino que hemos transitado hasta ahora hemos señalado la necesidad de interrogarse por el sentido que tiene una determinada sociedad en términos de su trascendencia colectiva y la cual está condicionada por las capacidades auto-generativas o autopoiéticas de esa sociedad. Es lo que denominaríamos, su cultura.

Ahora bien, si en el camino hemos identificado las trazas de un deterioro sostenido sobre la idea-fuerza del progreso económico como sinónimo de desarrollo y de la inconveniencia de la separación del sujeto-objeto en entidades asumidas independientes entre sí y, que en el caso del desarrollo comporta la imposibilidad de un proceso auto-generativo o desde dentro en torno a lo que empuja a la sociedad hacía un determinado proyecto, entonces dos posibilidades se abren en el devenir de esa sociedad.

La primera comporta asumir el sin-sentido del desarrollo o de cualquier proyecto de sociedad, lo cual acarrearía como consecuencia la inevitable suspensión de la actividad con fines o propósitos y su entrega a un cierto proceso que va dirigido a la instrumentalización de la sociedad y del hombre a fines y propósitos que se correspondan con formas de dominación imperantes.

La segunda posibilidad, supone interrogarse sobre las condiciones que permitan la restitución de una vocación de totalidad, de sociedad en armonía, justa, incluyente y la cual debe necesariamente no sólo constituirse normativamente sino además desarrollar capacidades para arraigar en el modo como se asume el mundo y se aprehende de él, en un sustrato cultural distinto. Por sustrato cultural entendemos aquello que permite que el mundo adquiera un determinado sentido o significado.

Las actuales circunstancias permiten suponer que asumir la segunda posibilidad requiere necesariamente un proceso sostenido de educación y cultivo de las formas de interacción en la sociedad de tal suerte que la reconstitución del sentido, la aparición de la noción de un horizonte históricamente apropiado por cada sociedad se consolide o al menos, tenga la posibilidad de aparecer por la vía del contraste contra un mundo caracterizado por la volatilidad, el vale todo y la inmediatez de las acciones de los hombres que conciben al mundo como instrumento de uso.

La característica fundamental de este proceso de educación y reconstitución cultural tiene fundamentalmente como principal tarea la re-problematización del mundo. Es decir, el abandono de la certeza de las respuestas brindadas por la ciencia para volver a interrogarse ahora ya no las mismas preguntas que la ciencia ya respondió, sino las condiciones que hicieron posible una determinada forma de interrogar a la naturaleza y el mundo. La reconstitución de la pregunta por el sentido y el comienzo de un intento de respuesta constituyen la premisa fundamental a partir del cual el Desarrollo Endógeno se erige como una política de Estado y acaso el renacer de la pregunta vital de la humanidad: ¿Qué somos? en lugar de ¿Quiénes somos?.

La problematización del mundo desde una perspectiva que supere la noción de uso del mundo, lo cual incluye el uso de la naturaleza, del hombre y de la sociedad necesariamente supone la urgente tarea de reconstituir la noción de ciudadanía, de ciencia, de tecnología y la misma noción de desarrollo. Esto plantea entonces la necesidad vital de reconstituir los espacios de intercambio y encuentro entre los individuos de la sociedad e implica además rehacer las formas institucionales de gobierno que nos hemos dado. Permítaseme brevemente referir algunos aspectos vinculados a la ciudadanía para volver la mirada a las implicaciones más inmediatas que sobre la Ciencia, la Tecnología y la innovación tiene el Desarrollo Endógeno.

III. La ciudadanía y el desarrollo endógeno

Las premisas sobre las cuales se ha definido el Desarrollo Endógeno hasta ahora plantea necesariamente un problema con dos aristas fundamentales: ¿Cómo alcanzar y promover estas capacidades auto-generativas de la sociedad? ¿Cómo definir el punto de partida para la reconstitución de estas capacidades auto-generativas? Es evidente que el profundo deterioro de las condiciones de vida individual y colectiva que ha experimentado la sociedad venezolana por largos períodos de tiempo, si bien identifican la impertinencia del proyecto de sociedad también revelan la pobreza del ejercicio ciudadano por parte de las mayorías. De este modo, podemos decir que se dio en el caso venezolano la ausencia de un proyecto de sociedad porque en buena medida, la misma sociedad estaba ausente en términos de formas orgánicas de ejercicio de influencia y presión que permitieran debatir auténticamente las posibilidades de orquestar un proyecto de sociedad apropiado a las posibilidades de los miembros de esa sociedad para construirlo. Parece que se pudiera afirmar, quizás con el peligro de trivializar la complejidad del asunto, que no tenemos estado porque no tuvimos ciudadanos.

Pero, ¿Qué significa ser ciudadano en este momento, en este país y en medio de una dinámica social desconocida para muchos de nosotros? Definitivamente, se trata de una ciudadanía que le corresponde más que demandar ante un Estado un conjunto de derechos, el constituir de manera recursiva con las instancias públicas, espacios de concertación, de construcción, de aprendizaje social y político para poder superar el fantasma de tener un Estado ficticio porque no existen ciudadanos que lo critiquen, que lo demanden, que lo construyan.

Ciudadanía es quizás el menos malo de los términos para referirnos a aquello que debiera permitir construir una noción de bien público que justifique la creación y desarrollo de un Estado nacional. Esta tarea es materia pendiente desde los albores de la declaración de Venezuela como república. Res-pública, la cosa pública, parece seguir siendo un misterio para la mayoría de los miembros de la sociedad venezolana. No sólo misterio por la ausencia de su disfrute sino por la imposibilidad de poder articularla con las formas de relación que se dan entre los individuos y las colectividades, el espacio fundamental desde donde se define y caracteriza, la ciudadanía.

Lo anterior nos permite entonces esbozar una respuesta a una pregunta de dimensiones históricas, ¿Cómo iniciar la reconstitución de las capacidades auto-generativas de la sociedad? Ciertamente, que la fractura del Estado fundado en la democracia representativa ha abierto un posible camino a través de la dimensión participativa de la democracia. Pero, ¿Podemos decretar la participación? ¿Qué significa participar? Basta solamente aproximarse a eventos muy recientes de participación en el ámbito político venezolano para percatarse que la participación en sí misma se puede convertir en el peor azote de la colectividad. Si participar significa la posibilidad de defender posiciones sectoriales, particulares en contraste de formas de pensamiento sobre el colectivo entonces, la participación se convierte en el vehículo más apropiado para la imposición de agendas particulares y a procesos de negociación perversa de los bienes de la nación en función de una especie de asalto final sobre aquello que definimos como bien público, porque es lo que resta del botín para todos. Una forma distinta de participación es aquella que tiene que ver con el ejercicio sostenido de pensar en función de un bien que por ser de todos, presentes y futuros, requiere ser cuidado en extremo, cultivado para su engrandecimiento y conservación. Es poder llevar la política, entendida como el cultivo del bien común, a los ámbitos de la vida en común. Es poder hacer de las ideas de nación, pueblo y comunidad los puntos sobre los cuales se interroga ya no sólo sobre lo que me es lícito esperar como individuo, sino lo que me es permitido esperar en tanto que miembro de una sociedad. Es constituir al ciudadano en sujeto y objeto de la discusión política, de su realización y de su evaluación.

IV. El Desarrollo Endógeno y la localidad

El carácter endógeno tiene entonces un marcado acento en la noción de pertenencia, o al menos, en una clara distinción de un adentro y de un afuera.

Ciertamente, la distinción ha estado asociada a un adentro y afuera definido en la escala nacional. Sin embargo, la nación tiene en la constitución de un territorio su materialización más evidente. Somos miembros de una nación porque a fin de cuentas compartimos una tierra. Tierra que además de ser aquello donde pisamos y desarrollamos nuestras actividades, es aquello que nos permite identificarnos como miembros de un colectivo. Costumbres, tradiciones, historias que hemos hecho comunes se constituyen así en el fundamento sobre el cual somos en virtud de un territorio. Esto supone que la idea de localidad se contrapone a una forma distinta, la vinculada con la globalidad y a la cual se le imputa una cierta homogeneidad y uniformidad que queda sostenida por la posibilidad del intercambio y la relación en el mundo virtual. Tal desarraigo con respecto a las experiencias locales por la vía virtual implica una suerte de olvido y sustitución de lo local por formas artificiales y de acceso muy restringido a través de las tecnologías de información y comunicación que llevadas al extremo suponen una cierta enajenación del encuentro y la constitución en los espacios locales geográficos.

Hay además en la idea de la localidad y de la apropiación de sus potencialidades materiales, culturales y sociales una vía contraria a las formas de usufructo de los bienes materiales y potencialidades de la regiones vinculadas a la constitución de enclaves que ha sido y aún continua siendo, una práctica recurrente en la cual un determinado espacio geográfico es explotado en función de bienes que no son compatibles con el bienestar de quienes ocupan ese espacio geográfico. En este sentido, la idea de recuperar lo local en contraste a la justificación global de la economía encuentra en la noción de Desarrollo Endógeno un concepto a partir del cual se puede sostener y defender los siguientes aspectos:

  1. Decisión local sobre aquello que se debe considerar una opción de desarrollo.
  2. Control local de las formas en las cuales esas opciones de desarrollo se realizan.
  3. Retención de los beneficios derivados de una opción de desarrollo en la comunidad.

Es importante señalar que la presencia de lo local en la definición, implantación y control de las políticas de desarrollo provee de un mecanismo importante para la reconstitución de la sociedad, en especial en aquellas áreas o zonas consideradas marginales a pesar de los enormes potenciales de los cuales ellas fueron depositarios. En el caso particular de la sociedad venezolana, la construcción de los campos petroleros, los enclaves mineros y la constitución de zonas privilegiadas de desarrollo han sido la práctica recurrente para la imposición de un desarrollo de enclave en el cual dos mundos completamente distintos se dan cita en un mismo territorio: El mundo de la tecnología de avanzada y la explotación eficiente de recursos naturales rodeada de cinturones de miseria y exclusión social. Esos mundos no dialogaron, no dialogan y parece que nunca lo harán.

La retención de los beneficios y el desarrollo de las capacidades para decidir qué hacer y cómo hacerlo supone algo más que la identificación de una cadena de producción de rubros de un determinado producto o productos. Se trata de poderse apropiar de los mecanismos de conocimiento y transformación que son necesarios y que se desarrollan a través de una determinada actividad considerada relevante y pertinente para un entorno.

La localidad, la sustentabilidad y el desarrollo de capacidades para generar conocimiento que permita una transformación económica, social, política, institucional y cultural constituyen los ejes sobre los cuales el Desarrollo Endógeno se justifica como la posibilidad de preguntar a la sociedad venezolana, en este caso, por aquello que espera se constituya en su norte como construcción social y política que le brinde sentido a las diversas actividades que al interior de esa sociedad se despliegan.

VI. Ciencia, Tecnología e Innovación en el Desarrollo Endógeno.

Después de haber transitado un camino para dar cuenta de un concepto técnico-político clave del siglo XX como lo es el desarrollo, y habiendo mostrado dos de las crisis que han dado lugar a la posibilidad de una revisión profunda de su significado, corresponde entonces atender brevemente como es que la Ciencia y la Tecnología como sectores sociales estratégicos en los procesos de desarrollo deben articularse para una reconstitución del sentido de la sociedad y del mundo que supere esas dos profundas contradicciones.

Las crisis previamente identificadas suponen necesariamente que las ciencias deberán revisar profundamente su significado en términos de su contribución a la sociedad. Los tiempos de la validez absoluta del conocimiento científico y tecnológico fundada en su propia disciplina, rigor y sistematicidad han quedado relegados ante las evidencias crecientes que esa ciencia y tecnología han generado situaciones de extrema inestabilidad ambiental, ecológica, social e incluso de seguridad planetaria.

Algo que se ha hecho evidente en extremo es que la Ciencia y la Tecnología dejaron de ser aliadas automáticas para constituirse también en mecanismos generadores de incertidumbre y riesgo. Desastres nucleares como el de Chernobyl, la amenaza latente del armamento nuclear, biológico y químico, el desastre de Bhopal en la India son sólo algunas pruebas de que el supuesto control y predominio de la humanidad sobre la naturaleza ha puesto a la especie humana en una condición paradójica: Ser la única especie con capacidad de extinguirse a sí misma.

Esto supone que es necesario un proceso de revisión y cambio profundo en aquellas fuerzas que han impulsado al desarrollo científico tecnológico hasta el presente. La dificultad sin embargo no estriba solamente en una especie de revolución al interior de las disciplinas cientificas y tecnológicas. Se hace necesario una transformación profunda de aquello que se le demanda y exige a la Ciencia y Tecnología. Consiste en revertir un proceso que tiene sus particularidades en Venezuela pero que se reproduce prácticamente en todas las sociedades. Se trata de la constitución de un sector social que demande una Ciencia y Tecnología distintas a lo que ha sido la CyT moderna. Se requiere además de mecanismos institucionales que promuevan y sostengan estas demandas ante la creciente presión por una Ciencia y Tecnología globalizadas y globalizantes. O dicho en términos más llanos, Una CyT que se confronte y distinga de la CyT ganadas y dirigidas por el mercado.

Hemos señalado que es necesaria una transformación en la forma como se demanda CyT en Venezuela. Quizás habría que ser más francos y afirmar que se trata de crear una cultura que vea en la CyT un sector al cual se le demanda y un sector científico-tecnológico que asume su compromiso con la sociedad de un modo distinto a como lo ha asumido hasta el presente. El asunto va más allá del proceso de incorporar la CyT a las problemáticas que se experimentan y viven en el país. Se trata de poder desarrollar formas que hagan de la CyT un actor social involucrado en la reflexión del bienestar de la colectividad sin olvidar la dimensión universal del conocimiento.

El modo de institucionalización de la CyT en una sociedad como la venezolana, que se encuentra en un proceso de tránsito institucional profundo y que se puede definir como una suerte de emergencia institucional casi contraria a las condiciones esperada por el sector científico-tecnológico para su creación, consolidación y madurez, significan retos al cual parece que el sector científico-tecnológico ha prestado poca atención. Las formas institucionales vinculadas al sector conocimiento siguen en buena medida una dinámica que va mostrando la impertinencia y alineación de ese sector con respecto a demandas evidentes de la sociedad venezolana. Este proceso no es reciente, sin embargo, se comienza a hacer evidente en el venezolano común una cierta noción de deuda de un sector privilegiado de la sociedad venezolana, la cual debe asumir sus errores y fracasos para poder encarar la nada fácil tarea de reconstituirse como un actor social pertinente en una sociedad que está comenzando a labrar su propio proyecto.

Dos tareas parecen fundamentales atender en el sector de CyT. Por una parte, el desarrollo de competencias en el sector laboral, académico y científico que sumen a la dimensión técnica una cierta reflexión social en torno al papel de la CyT, no sólo para desarrollar ciertas sensibilidades a las problemáticas inmediatas, sino para poder reconstituir un sustrato cultural que le genere espacios de concertación social y política en torno al conocimiento específico y el conocimiento universal. Es decir, poder hacer de la CyT procesos endógenos en la sociedad venezolana a partir de lo que actualmente constituye este sector.

La segunda tarea es desarrollar vínculos orgánicos y sostenidos de articulación con otros sectores de la sociedad, pues lo que ha ocurrido han sido más bien reacciones casi epilépticas ante situaciones extraordinarias de la sociedad. Se hace necesario un proceso más profundo e intenso en el cual se pueda realmente articular a las fuentes generadoras del conocimiento con las problemáticas y potencialidades de la sociedad venezolana. La popularización de la tecnología y la ciencia suponen algo más que acceso al conocimiento. Se trata de enseñar a preguntar, a enseñar a hacer problema aquello que tenemos enfrente. En una palabra, se trata de hacer de la pregunta fuente a partir de la cual la CyT formula respuestas y otras formas de preguntarse que son relevantes para la sociedad y la humanidad.

Finalmente, es evidente que en toda esta excursión se ha insistido en la condición dinámica, inacabada y continuamente reconstructiva del desarrollo endógeno. El desarrollo endógeno está muy lejos de proveernos con un modelo que responda y delinee las políticas del estado venezolano. Es precisamente lo contrario, confrontar como interrogante vital la condición de un proyecto que la sociedad venezolana necesita darse en una constelación de intereses inéditos en la constitución de la Venezuela moderna del siglo XX. Agotado el proyecto entonces la tarea ya no es la búsqueda de una respuesta sino de las preguntas apropiadas que desde una condición histórica particular permitan a la sociedad venezolana intentar una respuesta influyente, justa y para todos.

Solamente una Ciencia, Tecnología e Innovación que promuevan la continua revisión del proyecto de sociedad que se está gestando en Venezuela será lo apropiado en un momento en el cual el Desarrollo visto como empresa ya no alienta a las inmensas mayorías desposeídas de este planeta.

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¿Qué pasa en Ciencia y Tecnología? (II)

Franco Díaz1

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Comité de Saberes de El Rincón de Lourdes - Mérida

Volviendo al tema de la gestión revolucionaria en CyT, nos preguntamos ahora sobre lo que fue en un momento el V componente de la Misión Ciencia, los llamados “Comités de Saberes” la intención de crear esta estructura fundamentados en la visión de organización popular para asumir la gestión pública (es bueno señalar que esta propuesta es previa a la consolidación de los Concejos Comunales) y que luego al aparecer la ley que le daba organicidad a los CC se constituían en la lógica expresión de Poder Popular en el área de gestión del MCT con que finalidad? Veamos como se definían estos comités en su momento, cito : “LA MISIÓN CIENCIA EN SU DIMENSIÓN POLÍTICA COADYUVA AL PROCESO DE REFUNDACIÓN DE LA REPÚBLICA MEDIANTE UNA PROFUNDA TRANSFORMACIÓN CULTURAL PROPICIADA DESDE LA ORGANIZACIÓN DEL PUEBLO PARA GARANTIZAR LA APROPIACIÓN DEL CONOCIMIENTO Y LA GESTACIÓN DE UN NUEVO PARADIGMA DE LA CIENCIA.” Como se puede ver esta propuesta se enmarcaba claramente en las premisas de movilización nacional en torno a la ciencia que señalábamos en un artículo anterior, la misma se torna aún más vigente hoy día cuando el tema de la gestión y gerencia del conocimiento se va convirtiendo cada vez más en un tema de máxima prioridad en el marco de la concepción corporativa del manejo del conocimiento lo cual significa el riesgo de que cada vez más el mismo se convierta en una mercancía muy cara y por lo tanto inaccesible a las grandes mayorías-cosa totalmente incompatible con una sociedad que aspira avanzar hacia el socialismo. .

De hecho una organización tan respetable como la OCDE ha realizado un estudio prospectivo acerca de cómo se realiza la gestión de esta área en numerosos países de Europa Occidental, Norteamérica y Asia para tratar de normalizar los criterios con que se realiza la tal gestión, es en ese contexto internacional en el cual se abandona una propuesta que tenía entre sus nobles objetivos el incorporar a la mayor cantidad de ciudadanos a los procesos de gestación, socialización, rescate y sistematización del conocimiento en todas sus manifestaciones, una organización que buscaba romper la visión elitista que siempre se ha tenido de la CyT, que pretendía darle capacidad contralora a las comunidades sobre la gestión en CyT a efectos de que en este sector también se aplicara la máxima de “gobernar obedeciendo”.

pueblonuevo1¿A que causas podemos referir esta decisión? ¿Indiferencia? ¿Incomprensión de la propuesta? Temor a ser supervisados por una comunidad organizada que a lo mejor hubiese aspirado a ¿enrumbar el desarrollo científico –tecnológico por caminos incluso diferentes a los que el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología señalan? ¿Subestimación de las comunidades al asumir la visión excluyente del experto para evaluar el tema? ¿Cierto Prurito ante la posibilidad de encontrar unas comunidades acuciosas en cuanto a evaluar los gastos del sector? En fin pueden y son tantos los elementos que se pudieran señalar que terminaría siendo infinita la especulación que aquí hacemos. Queda por ahora preguntarse con la llegada del nuevo ministro – aunque sea como encargado, por ahora– ¿no será el momento para una revisión a fondo de la gestión de estos 10 años?

Es también probable que se produzca la remoción de algunos cuadros en esa estructura, no queremos decir aquí que la gente que hasta ahora se ha desempeñado allí no lo haya hecho en el marco de dar lo mejor de si, sino que simplemente algunos ya estén agotados por el largo tiempo de permanencia en la estructura, al decir esto ya me parece escuchar algunos que argüirán el elemento experiencia para justificar ese hecho, pero lo cierto es que entre los mejores equipos y aún más en un área como la ciencia y la tecnología en ambiente de revolución esta más que justificado la salida de algunos camaradas que han estado allí hace ya largo tiempo y que aún queriendo no logran escapar de las lógicas cuarto republicanas instaladas en sus mentes. En resumen el nuevo ministro tiene la oportunidad de generar una revolución en la torre del Chorro.

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¿Qué pasa en Ciencia y Tecnología? (I)

Franco Díaz1

Logo de la Misión Ciencia

Logo de la Misión Ciencia

Cuando la Dra. Orihuela llegó a la cartera del MCT, creí que tendríamos una ministra de largo aliento; esta dama con la cual no necesariamente comparto algunas visiones, tenía sin embargo en su haber una serie de factores a favor como eran: su trayectoria exitosa a la cabeza del proyecto “Satélite Simón Bolívar”, un denso conocimiento de la estructura y funcionamiento del MCT por ser persona ligada a ese ministerio – ya había sido vice- ministra de investigación e innovación – y además caracterizarse por ser una persona trabajadora a tiempo completo. De repente somos sorprendidos con la noticia de su renuncia a la cartera en cuestión; no voy a analizar las causas de esa abrupta salida ya que en este momento las desconozco, pero sí creo que resulta importante que los venezolanos nos detengamos un momento a revisar lo que ha sido la gestión en C y T durante los diez años de revolución.

Lo primero es reconocer que el MCT es una creación de la revolución, fue este gobierno el que definitivamente se atrevió a dar el salto de darle al sector científico–tecnológico rango de primer orden en la gestión del estado y que desde allí se gesto el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología 2005-2030(PNCyT) el cual representa una interesante propuesta de planificación estratégica en el sector; ahora bien, la pregunta que vale hacerse en este momento es ¿por dónde vamos?

Recordemos que en 2006 se lanzó la Misión Ciencia (MC) con la intención de convertir la Ciencia y Tecnología en uno de los temas primordiales del quehacer revolucionario, Entre las premisas tenemos “Movilización nacional hacia la valorización del conocimiento” ¿Nos encontramos hoy día con una MC totalmente silenciada y preguntamos que paso con la incorporación masiva que se anunciaba? ¿Qué paso con la movilización nacional que se fijaba como premisa?

Igualmente leemos en esa presentación algunas metas planteadas en el componente I (conocimiento aplicado) se habla de 600 redes activadas, hoy día 3 años después se habla de unas 400 establecidas y la primera pregunta es existen realmente esas 400 redes? ¿Hasta qué punto muchas de las mismas son tan solo por ahora proyectos en papel? ¿Qué ha pasado para que un proceso de incorporación de pequeños productores con la idea de consolidarles como tales brindándoles soporte financiero y técnico este avanzando tan despacio? No hay duda de que inciden factores para ralentización, más sin embargo ¿cuáles son atribuibles a la gestión del MCT? Se habla allí de 300 MiPymes asistidas para la sustitución de importaciones, ¿cuáles han sido los logros en este sector? Máxime ahora cuando se asume el sector de industrias livianas.

(Componente II) Incremento de capacidades científico-tecnológicas nacionales. Allí se habla de la actualización de 60000 docentes de educación básica y media de cara a mejorar la enseñanza de la ciencia en estos niveles fundamentales para elevar el perfil de los educandos con la intención de incrementar la cantidad y calidad de estudiantes que ingresen a formarse en las áreas de CyT, ¿qué pasó con ese programa? Se habla de 15 comisiones técnicas (una por cada línea estratégica definida en el PNCT) ¿dónde están esas comisiones? Se habla del fortalecimiento de 50 laboratorios de Institutos tecnológicos; ¿lo fueron en verdad? ¿cuáles y en qué institución? Se habla de 50 proyectos estratégicos iniciados, ¿cuáles son esos proyectos y qué instituciones los adelantan? Se habla de 5 centros de I&D en áreas estratégicas: Biotecnología, Estudios Ambientales, Energía, Hábitat, Aluminio y Acero. ¿En qué estado se encuentra el desarrollo de estos centros? Se habla de 10 comisiones técnicas formadas por área de conocimiento, ¿dónde están y quiénes la constituyen? Como podemos ver, la MC como proyecto de alto impacto en la gestión del MCT tiene algunas interrogantes que contestar. Todo lo anterior sin olvidar que en su momento la MC y la gestión del ministerio toda recibió un significativo aporte financiero de parte del ejecutivo nacional, tiene la palabra Sr. Ministro.

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La Problemática del Aspecto Social de la Tecnología en la Construcción del Socialismo del Siglo XXI

José J. Contreras

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Comúnmente cuando hablamos de “tecnología” visualizamos teléfonos celulares, computadores, satélites, medicina genética, procedimientos quirúrgicos innovadores, chips hiperminiaturizados, hologramas que nos permitirán “reunirnos” virtualmente con nuestros seres queridos en el ciberespacio, etcétera, etcétera, etcétera. En fin, cuando decimos “tecnología” casi siempre pensamos en esa “tecnología de punta” que aparece en forma de dispositivos ultramodernos.

Pocas veces nos detenemos a pensar que, más allá de los dispositivos, la tecnología amerita de una cierta disposición social, una apertura, que le permita ser apropiada por -o quizás apropiarse de- una dinámica social particular. Alrededor de todo dispositivo ocurren quehaceres que cobran sentido en función de la tecnología. Por ello, Varsavsky (1972) introduce las nociones de “Tecnología Física” y “Tecnología Social” para referirse a los aspectos físicos y sociales de toda tecnología. El aspecto físico se refiere principalmente a los dispositivos físicos. El aspecto social se refiere, por otra parte, a los quehaceres productivos que pueden realizarse con mayor o menor eficiencia en conjunción con dispositivos físicos.

Incluso, podríamos hacer una proposición, para que una innovación sea propiamente una “innovación”, los dispositivos asociados deben ser apropiados socialmente de tal forma que los quehaceres se recompongan. Por ello, más allá del encandilamiento que nos produce el dispositivo en su aspecto físico, es el aspecto social de la tecnología el que posibilita el cambio.

Un ejemplo muy interesante es el del desarrollo de la bicicleta. Pinch y Bijker (1984) nos muestran un estudio sobre el 130bikedesarrollo de la tecnología ciclística. Una creencia muy difundida nos hace concebir que la bicicleta que actualmente conocemos es un progreso tecnológico de la antigua bicicleta que contaba con una rueda delantera significativamente más grande que la trasera. Sin embargo, Pinch y Bijker nos muestran la complejidad alrededor del desarrollo de la bicicleta en torno a la diversidad de actores y grupos sociales involucrados: ciclistas deportivos exigiendo velocidad; mujeres exigiendo modelos que pudiesen ser utilizados con faldas; padres pidiendo seguridad para sus hijos; grupos anti-ciclismo exigiendo la eliminación de tan abominable invento. En la conjunción entre las exigencias de los actores y los cambios sociales de la época (algunos de los cuales fueron condicionados en buena parte por la introducción de la bicicleta como medio de transporte) fue posible que el modelo dominante de bicicleta fuese el que conocemos actualmente (ruedas de igual tamaño y neumáticas) y que era conocida en su momento como la “bicicleta segura”1.

Ahora bien, un punto de considerable atención relativo al aspecto social de la tecnología es que una vez que la tecnología ha innovado y los quehaceres sociales se han recompuesto, el nuevo modo social se normaliza. Y, cuando ello ocurre, es decir, cuando el nuevo modo de quehacer social se hace el dominante, el modo normal, entonces “desaparece”. Cuando decimos que “desaparece” no queremos decir que se elimina, sino todo lo contrario, que su dominación lo lleva a convertirse en el único modo de quehacer social. En tal situación, se nos hace difícil concebir otros modos de quehacer que no estén necesariamente ligados a la tecnología dominante. Y, al no haber contraste, la tecnología dominante desaparece en su “omnipresencia”.

Un buen ejemplo de lo anterior es la burocracia. Se nos ha hecho tan común la burocracia que casi nos es imposible imaginar una organización de actividades humanas que no se estructure en función de la misma. Olvidamos que la tecnología burocrática es un invento relativamente reciente, de no más de dos siglos, y que su gran auge en Venezuela tiene poco más de cinco décadas. Nuestros abuelos o bisabuelos vivían en una sociedad casi completamente ajena a la burocracia.

Ahora bien, ¿en función de qué se organiza la burocracia? Al menos en términos formales, una burocracia es un modo de organización en el que recursos humanos, maquinarias, materia prima y procesos coordinan acciones en conjunto con el propósito de funcionar de manera óptima. De esta manera, la tecnología burocrática se ocupa de organizar los medios de tal forma que obtengan el máximo beneficio al mínimo costo.

En nuestra contemporaneidad, vivimos en una sociedad profundamente marcada por la burocracia. Vivimos tan inmersos en la tecnología burocrática que en todo momento nos encontramos organizando medios. La “optimización” se convierte en la racionalidad presente en todo momento. Olvidamos así, cuestionar este modo de organización; preguntar el “para qué”, los fines, de lo que producimos; inquirir por el sentido de lo que hacemos en las omnipresentes organizaciones2.

Ahora bien, cabe preguntarse, en el contexto de la Venezuela de hoy ¿Será posible construir el Socialismo del Siglo XXI sin que cuestionemos la burocracia? ¿Podemos construir el Socialismo del Siglo XXI desde una racionalidad que se pregunta exclusivamente por los medios?… ¿Acaso la percepción de que el Socialismo del Siglo XXI es un concepto en construcción, no es un reto que exige preguntar por el “para qué” de lo que hacemos?

Nótese que a lo que hemos llegado es muy simple pero, al mismo tiempo, retador. No podemos construir el Socialismo del Siglo XXI si no cuestionamos a la tecnología, no sólo en su aspecto físico sino -principalmente- en su aspecto social. Por ello, la pregunta por la tecnología debe indagar por su contribución a la sociedad que queremos construir y no sólo por los criterios técnicos -tecnocráticos- del dispositivo particular en su aspecto físico. Cuestionar la tecnología implica, en conclusión, preguntar por el sentido del socialismo que decimos estamos construyendo.

Referencias

Horkheimer, Max (1983) Critique of Instrumental Reason.

Pinch, Trevor y Bijker, Wiebe (1984). The Social Construction of Facts and Artifacts: or How the Sociology of Science and the Sociology of Technology Might Benefit Each Other. Social Studies of Science, núm. 14.

Varsavsky, Oscar (1972). Hacia una Política Científica Nacional. Monte Ávila Editores. Caracas.

1En la segunda mitad del Siglo XIX podían encontrarse bicicletas de diversos tipos. Por ejemplo, bicicletas con la rueda delantera más grande, bicicletas con ruedas neumáticas o no, bicicletas con ruedas de tamaño similar, triciclos, etcétera.

2Ver (Horkheimer, 1983)

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Protestas en Francia contra Empresas Nucleares Contratadas para Asesorar a Venezuela

Gustavo Fernández Colón

Protestas en la Central Nuclear de Tricastin

Protestas en la Central Nuclear de Tricastin

Centenares de manifestantes se agolparon el pasado 25 de octubre en las inmediaciones de la central nuclear de Tricastin, en Francia, para protestar por los recurrentes derrames de uranio radiactivo ocurridos, desde el pasado mes de julio, en uno de los reactores de este complejo industrial dedicado a la generación de electricidad.

La marcha, convocada por la Red «Salir de lo nuclear», se realizó a partir de las tres de la tarde.  Varios de los participantes portaban pancartas en las que se leía «energía nuclear = cáncer», mientras otros marcharon con máscaras antigases y trajes de protección contra la radioactividad. También se llevó a cabo la dramatización de un desastre nuclear, con decenas de víctimas ficticias, antes de que la multitud concluyera la protesta con una concentración frente al Ayuntamiento de la Comuna de Bolena (Bollène en francés).

Decenas de policías fueron apostados para bloquear la entrada de los manifestantes a las instalaciones de Tricastin, administradas por el consorcio estatal AREVA y la Electricidad de Francia. Estas compañías son las mismas que recientemente han ofrecido su asesoría técnica al gobierno de Venezuela para la construcción de una central nuclear en nuestro país.

Los derrames de uranio que originaron estas protestas, contaminaron las aguas del manto freático y los ríos de La Gaffière y de Auzon, tributarios del Ródano. Debido a la gravedad del asunto, las autoridades se vieron obligadas a tomar medidas de emergencia como la evacuación de varios lagos de interés turístico; la prohibición de la pesca, el consumo de agua local y el riego de sembradíos; así como el pago de indemnizaciones a los agricultores que perdieron sus cosechas. Según la prensa francesa, 74 kilos de uranio fueron vertidos al medio ambiente como resultado de un exceso en los depósitos de la empresa SOCATRI (Sociedad Auxiliar de Tricastin) perteneciente al grupo AREVA, en la noche del 7 al 8 de julio. Y el 23 de julio, un centenar de trabajadores resultaron contaminados con polvo radiactivo durante una operación de mantenimiento del reactor N º 4 de la Central FED, muy cerca de la usina de SOCATRI ya mencionada.

Para colmo de males, el pasado 8 de septiembre durante una operación rutinaria de recarga de combustible, dos barras de uranio enriquecido -que podrían contener plutonio- quedaron colgadas de la tapa de la vasija del reactor Nº 2 de la planta de Tricastin. Las barras, que pesan unos 800 kilogramos cada una, quedaron suspendidas accidentalmente sobre las otras 155 varillas de combustible que conforman el núcleo del reactor, pudiendo caerse en cualquier momento y provocar una reacción nuclear incontrolada. Las operaciones de reparación pueden resultar extremadamente peligrosas, de modo que el reactor podría terminar condenado, a la espera de que las generaciones futuras encuentren una solución. Las autoridades han clasificado la gravedad del incidente como de nivel 1 en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares, pero los activistas del movimiento «Salir de lo nuclear» sostienen que la situación podría ser mucho más seria de lo que el gobierno francés ha reconocido públicamente.

Incidentes como éstos deben llamarnos a la reflexión a los venezolanos, sobre los riesgos innecesarios que traería consigo la construcción de centrales nucleares para la producción de electricidad en nuestro país. Sobre todo si se tiene en cuenta la gran variedad de energías limpias y baratas disponibles a todo lo largo y ancho de nuestro territorio, como la hidroelectricidad del Caroní, el potencial eólico de los estados Zulia y Falcón, las enormes reservas de gas aprovechables para la generación termoeléctrica, el potencial geotérmico de la falla tectónica que atraviesa nuestras costas orientales y nuestra abundante energía solar. De ahí nuestro llamado al presidente Chávez y a las máximas autoridades del gobierno bolivariano, para que reconsideren la idea de desarrollar una industria nuclear que a la larga sólo traería más perjuicios que beneficios para todos los venezolanos.

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El Proyecto Nuclear Franco-Venezolano:
¿Una amenaza contra las futuras generaciones en la patria de Bolívar?

Central Nuclear de Tricastin - Francia

Central Nuclear de Tricastín - Francia

Los interesados en apoyar esta declaración pueden notificarlo a la
siguiente dirección: manifiestoantinuclear@gmail.com

El pasado jueves 2 de octubre en París, los cancilleres de Francia, Bernard Kouchner, y Venezuela, Nicolás Maduro, ratificaron el interés de sus respectivos gobiernos de cooperar en proyectos civiles para el desarrollo de la energía nuclear en Venezuela. Según una nota de prensa publicada en la página Web de la cancillería venezolana, “El Ministro Maduro precisó que en los diferentes acuerdos suscritos se logró el compromiso de apoyo de Francia para el desarrollo por parte de Venezuela de la energía nuclear con fines pacíficos. Indicó que ésta es una de las alternativas para el futuro de la humanidad y nuestro país, logrará apoyo en la formación y el desarrollo tecnológico en esta materia”.

De acuerdo con un cable de la agencia AP, “Bernard Kouchner dijo… que Francia ‘está dispuesta a trabajar junto con nuestros amigos venezolanos’ en la cuestión. Venezuela es un importante exportador de petróleo y Francia, donde opera la enorme firma nuclear Areva, es un prominente exportador de tecnología nuclear” Fuente AP).

Días antes, en Moscú, el presidente Hugo Chávez había hecho público su propósito de implementar un programa de cooperación nuclear con Rusia. Según el diario electrónico Aporrea, Chávez señaló: “Ciertamente estamos interesados en desarrollar la energía nuclear, por supuesto con fines pacíficos, con fines médicos, para generación de electricidad (…) Brasil tiene varios reactores nucleares, al igual que Argentina, nosotros tendremos el nuestro” Fuente Aporrea).

Estas negociaciones con los gobiernos de Rusia y Francia resultan alarmantes porque revelan la firme determinación del gobierno revolucionario de Venezuela, de embarcarse en la construcción de plantas nucleares para la generación de electricidad en el país. Una preocupación más que justificada si se tiene en cuenta la nefasta trayectoria de una industria energética responsable del gran número de víctimas causado por el desastre de la central nuclear de Chernóbil en 1986, y la crisis suscitada en Francia por la contaminación radioactiva de la cuenca del Ródano en el presente año. Sin olvidar jamás, por supuesto, las más de 200.000 muertes provocadas por las bombas atómicas arrojadas en 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki por los Estados Unidos.

Usos Pacíficos sólo Mata Gente

Los llamados usos “pacíficos” o “civiles” de la energía atómica no son menos peligrosos que sus aplicaciones militares, como lo demuestran los efectos de los accidentes sufridos por las centrales nucleares construidas en distintos países desde mediados del siglo XX. Según las cifras oficiales, en Ucrania, Rusia y Bielorrusia, por ejemplo, fallecieron al menos 50 personas y otras 4.000 quedaron afectadas con cáncer, leucemia y malformaciones congénitas como resultado de la radiación liberada por el accidente del reactor de Chernóbil; si bien cabe señalar que, de acuerdo con las investigaciones de Greenpeace, las cifras anteriores ocultan la verdadera dimensión de esta tragedia cuyas víctimas pasarían de cien mil. Pero éste no ha sido el único accidente grave, pues también tuvieron efectos nefandos el accidente ocurrido en 1979 en la central nuclear de Three Mile Island en los Estados Unidos, y el de la planta de uranio japonesa de Tokaimura en 1999, entre muchos otros.

Por otra parte, incluso si la humanidad consigue evitar el uso militar de las armas nucleares y el invierno nuclear que en un breve lapso podría poner fin a la vida en el planeta, así como los accidentes nucleares que instantáneamente producen una terrible contaminación y hacen inhabitables a regiones enteras, sigue estando allí el irresoluble problema del manejo de los desechos radioactivos, cuyas emisiones letales perduran por miles y miles de años. El plutonio es particularmente peligroso por tratarse de un elemento químico producido artificialmente a partir del uranio, con una alta capacidad de fisión que lo hace idóneo para su utilización en bombas nucleares, y que permanece activo por quinientos millones de años (Capra, 1982; Eichler, 1987a, 1987b). El plutonio es tan poderoso como cancerígeno que medio kilo uniformemente repartido sería susceptible de provocar cáncer pulmonar a toda la humanidad (Capra, 1982). Una vez producidos el plutonio y otros desechos provenientes de los reactores nucleares, no hay manera de aislarlos permanentemente del ambiente; de ahí que durante su inmensamente larga vida lo más probable es que terminen diseminándose por la ecosfera. Uno de los métodos más populares de almacenamiento es enterrándolos, pero el resultado ha sido la contaminación del agua de las capas freáticas. En los años 80, los estadounidenses los almacenaron en barriles que echaron al océano, lo cual hará que en el futuro haya que rastrearlos para impedir que el deterioro de los barriles haga que se mezclen con las aguas.Ahora bien, el problema del plutonio, incluso en su uso “pacífico” y en ausencia de accidentes, no es sólo a largo plazo. Se ha estimado que si la industria estadounidense pudiese aislar del medio ambiente su plutonio con una efectividad del 99,99% —lo cual constituiría un milagro tecnológico— el plutonio que esa industria inyectaría en la atmósfera sería responsable, sólo en los EE.UU., por 500.000 casos fatales de cáncer pulmonar al año a partir del año 2.020, incrementando la tasa de mortalidad de ese país en un 25% (Nader y Abbotts, 1977; Capra, 1982).

Frente a este panorama desolador, los promotores de la energía nuclear en Venezuela pueden argumentar que actualmente se está negociando con un país, como Francia, con un amplio récord de seguridad en el manejo de sus reactores. ¿Pero es cierto que lo tiene?

Francia al Borde de un Desastre Nuclear

En las semanas previas a la reunión ya mencionada entre los cancilleres Maduro y Kouchner, se han producido en Francia numerosos derrames de uranio radioactivo en el complejo nuclear de Tricastin, que fueron a parar a las aguas de los ríos de La Gaffière y de Auzon, en la cuenca del Ródano. El complejo nuclear de Tricastin es una instalación que cuenta con 4 reactores, una planta de producción de fluoruro de uranio, una planta de reprocesamiento, y una planta de enriquecimiento de uranio. Se trata de uno de los complejos nucleares más importantes de Europa, perteneciente a la compañía pública francesa AREVA —la misma que está ofreciendo sus servicios a Venezuela — y Electricité de France (EDF), la empresa encargada de generar la electricidad francesa.

Estos derrames obligaron a las autoridades a tomar medidas de emergencia como la evacuación de algunos lagos frecuentemente visitados por los turistas, la prohibición de riego de los cultivos de la zona y el ofrecimiento de indemnizaciones a los agricultores afectados. Según el diario electrónico “Público.es”, importantes productores de vino de la región, tras constatar que sus ventas se habían venido a pique por el temor de los consumidores a ingerir productos contaminados, han llegado al extremo de solicitar al Instituto Nacional de Denominaciones de Origen de Francia (INAO) que les permita modificar las etiquetas de sus vinos para poder venderlos (Público.es).

Central Nuclear de Tricastin

Central Nuclear de Tricastín

Por si fuera poco, el 8 de septiembre se produjo un accidente tan grave que se está pensando en mudar a la población de las aldeas aledañas a otras zonas. Durante una operación de colocación de combustible, dos barras de uranio enriquecido, grafito y metal, se quedaron colgadas de la tapa de la cuba del reactor Nº 2 de Tricastin. Desde entonces, las dos barras están suspendidas sobre las otras 155 piezas de combustible que constituyen el corazón del reactor. De acuerdo con la Red “Salir de lo nuclear”, “estas barras pesan cada una alrededor de 800 kilogramos y amenazan con caerse en cualquier momento. En ese caso podrían romperse, y si los pedazos se deslizan entre los otros conjuntos de piezas [de combustible], podrían eventualmente desencadenar una reacción nuclear [en cadena] incontrolada. Un espantoso accidente sería entonces posible. E incluso si esta reacción nuclear no se desencadenara, las operaciones de limpieza serían prácticamente irrealizables. En este momento, el reactor podría estar definitivamente condenado, a la espera de que las generaciones futuras encuentren una solución. Este escenario catastrófico es realmente posible. Un accidente del mismo tipo se produjo, en 1999, en la central de Nogent-sobre-el-Sena, con la diferencia de que un solo conjunto de piezas fue la causa. E hizo falta un mes para resolver el problema. La situación del Tricastín es mucho más peligrosa: hay dos barras en juego. Intentando recuperar una de ellas, se podría hacer caer a la otra. Hasta ahora, la Electricidad de Francia permanece muda con respecto a la composición del combustible de estas piezas, y es posible que las mismas contengan plutonio, lo que agravaría considerablemente los riesgos para la población. La Red ‘Salir de lo nuclear’ se ha dirigido por escrito a la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN), así como al Presidente de la República y al Primer Ministro para pedirles que digan la verdad acerca del accidente en curso”. (Salir de lo Nuclear).

Una Industria Insostenible en Busca de Nuevas Víctimas

Después de los accidentes de este verano, las dificultades financieras y técnicas enfrentadas por los dos Reactores Presurizados Europeos en construcción, y la lucha armada iniciada en el Níger entre el gobierno de ese país y 3.000 tuaregs bien armados que se oponen a la extracción de uranio en su territorio, está claro que la empresa nuclear francesa Areva y el gobierno francés se encuentran en una posición más que delicada.

Europa avanza hacia un proceso de desnuclearización, mientras que Francia es uno de los pocos países empeñados en mantener el uso de la energía nuclear. Ahora los accidentes podrían obligar al gobierno a dejar de apostar por la industria nuclear en su territorio, por lo cual el gobierno francés espera compensar a las compañías de su país obteniendo para ellas contratos en el extranjero, desplazando a otras regiones los riesgos de la energía atómica.

El manifiesto del grupo ambientalista francés “Salir de lo nuclear”, señala que “Un accidente nuclear equivale a toda una región que se vuelve inhabitable durante miles de años y a innumerables víctimas. ¿Podemos permitirnos correr un riesgo tal? No existe posibilidad alguna de eliminación de los desechos radiactivos: son peligrosos hoy y por decenas de miles de años. El costo real de la electricidad nuclear está subevaluado. Ella es en verdad muy cara si se toma en cuenta la totalidad de sus costos: investigación financiada públicamente, desmantelamiento de las centrales, gestión de los desechos durante miles de años. La energía nuclear produce poco gas de efecto invernadero, es cierto, pero contamina la tierra por millones
de años. No es imperativo escoger entre la peste bubónica y el cólera. Ni lo nuclear, ni el efecto invernadero: ése debe ser el objetivo de una política energética responsable. Vivimos en la Francia nuclear, el país más nuclearizado del mundo. Pero esta dependencia frente a lo nuclear es una excepción francesa. Países cercanos como Italia, Alemania o Bélgica ya han decidido salir de lo nuclear. ¡Salir de lo nuclear, es posible! Lo nuclear no es el único medio de producir electricidad, Es urgente desarrollar alternativas energéticas. Y además, ¿necesitamos tanta electricidad para vivir bien?”.

Energías Limpias para el Ecosocialismo del Siglo XXI

Los ecosocialistas venezolanos y franceses estamos contentos de que se hagan intentos por reducir las desigualdades y establecer el socialismo en los países de América Latina. Pero para que ello dé sus frutos, las poblaciones locales deben gozar de buena salud y un ambiente sano. Debemos evitar dar un paso que podría tener trágicas consecuencias para la patria de Bolívar y la salud de sus habitantes (y no sólo para éstos, sino para la humanidad en su totalidad). En vez de ello, debemos construir una sociedad igualitaria y sustentable, basada en el uso de energías limpias, en la que los mayores intereses sean la protección de la salud de los ciudadanos y de la ecosfera de la que somos parte y de la que depende nuestra supervivencia.

Por todas estas razones, consideramos que una iniciativa como ésta debería someterse a un amplio debate nacional y, llegado el momento, a un referéndum consultivo para que sea el pueblo quien decida si vale la pena o no embarcarse en una empresa de tan graves implicaciones para las generaciones presentes y futuras. Una consulta pública sobre el tema nuclear no sería, por cierto, ninguna novedad; pues hace ya varios años que países como Austria (1978), Suecia (1980) e Italia (1987), llevaron a cabo referendos en los que, gracias al voto mayoritario de sus ciudadanos, se decidió el abandono de la energía atómica. Para la Revolución Bolivariana, poner en manos del pueblo la elección consciente del modelo energético más apropiado para nuestro desarrollo, constituiría una evidencia ejemplar de la vitalidad de la democracia participativa, y una prueba irrecusable de que el Socialismo del Siglo XXI ha asumido en serio los inmensos desafíos de construir una sociedad más justa y salvar a la especie de su autodestrucción.

¡SOCIALISMO, SÍ, PERO SIN LA BASURA NUCLEAR!

Referencias:
Capra, F. (1982). The Turning Point. Nueva York: Bantam New Age Books.

Eichler, A. (1987a). El mayor crimen de la historia: la radiación atómica. En Eichler, A. (1987), S.O.S. planeta tierra, pp. 159-161. Caracas: Guardia Nacional de Venezuela.

Eichler, A. (1987b). Radiactividad letal para milenios. En Eichler, A. (1987), S.O.S. planeta tierra, pp. 163-166.  Caracas: Guardia Nacional de Venezuela.
Nader, R. y Abbotts, J. (1977). The Menace of Atomic Energy.  Nueva York: Norton.

FIRMANTES:

Gustavo Fernández Colón, Universidad de Carabobo, Venezuela.
Martha Cecilia Santos, Universidad de Carabobo, Venezuela.
Elías Capriles, Universidad de los Andes, Venezuela.
Yannick de la Fuente, Universidad de Montpellier, Francia.
Claude Llena, Universidad Paul Valéry de Montpellier, Francia.
Carlos Molina Velásquez, Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas», El Salvador.
Mayda Hocevar, Universidad de Los Andes, Venezuela.
Sirio Lopez Velasco, Universidade Federal do Rio Grande, Brasil.
Antonio Salamanca Villalba, Colegio de Abogados de Madrid, España.
Mariano Crespo, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela.
Ricardo Molina Meza, Universidad de El Salvador, El Salvador.
Rodolfo Táriba Santaella, Universidad Católica Cecilio Acosta, Venezuela.
Julio Alexander Parra, Docente, Mérida, Venezuela.
Oscar Gutiérrez, Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela.
Ricardo Melgar Bao, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.
Isabel Villarte, Geografía Viva, Venezuela.
Nelson Lucena, Universidad de Carabobo, Venezuela.
Gustavo Claret Vásquez, Abogado, Venezuela.
Norbert Molina, Universidad de Los Andes, Venezuela.
Lenin José Ramírez Ramírez, Universidad de Los Andes, Venezuela.
Edgar Mendoza, Docente, Venezuela.

Los interesados en apoyar esta declaración pueden notificarlo a la
siguiente dirección: manifiestoantinuclear@gmail.com

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