Contra la Mundialización de la Sociedad de Consumo, en rescate de la Sociedad Liberal
Por José J. Contreras
1) Introducción al Problema
Entre los militantes de los Movimientos por el Software Libre (MSL) [1, 2] es común escuchar que el Conocimiento es un bien de carácter público. Decimos, los activistas de los MSL, que el problema del presente yace en que el conocimiento, y particularmente el conocimiento del software, ha sido privatizado o secuestrado por grupos minoritarios -pero muy poderosos- en desmedro de las grandes mayorías.
Eso lo decimos y lo vivimos. Todo nuestro quehacer se basa en la lucha de resistencia por mantener, y avanzar en algunos casos, los espacios de libertad en la generación, acceso y uso del conocimiento en general y del conocimiento del software en particular. Y cuando decimos “libertad” nos referimos a la liberación del conocimiento para que sea público y bueno. Incluso, muchas veces en el discurso escuchamos referencia a un pasado utópico, no muy lejano, en el que el conocimiento del software era plenamente libre. Sí, apenas en la década de los setenta el conocimiento del software era libremente compartido y divulgado. Muy recientemente -a partir de la década de los ochenta y con fuerza en los noventa- comenzaron restricciones leguleyas para impedir ese modo que decimos natural, propio del conocimiento y de la producción de software.
Nótese que todo este planteamiento se soporta sobre la posibilidad de la existencia de “el bien”, “lo público” y “el bien público.” La pregunta subsiguiente es obvia. ¿En nuestra actualidad son posibles tales cosas como “el bien”, “lo público” y el “bien público”? Tal pregunta es vital porque de ser negativa la respuesta no tendría sentido el quehacer de los MSL.
Pues bien, de acuerdo a Alasdair MacIntyre (1984) tales cosas como “lo bueno”, “lo público” y el “bien público” en la actualidad son términos fantasmagóricos que no cuentan con un asidero firme y sin condiciones que posibiliten su sentido pletórico. En consecuencia, los MSL serían un sinsentido, “una jauría de hippies trasnochados” como muchas veces -palabras más palabras menos- nos tildan. [3]
¿Qué somos? ¿Somos un sinsentido?
Comenzaremos por aproximarnos a desvelar el sentido de los MSL a través de su interpretación a la luz de un contexto de sociedad liberal. Esta interpretación será contrastada a la luz de un contexto de sociedad de consumo. Este contraste nos ayudará a ganar comprehensión en torno al sentido de los MSL en el presente. Las hebras que nos queden sueltas nos guiarán hacia otras rutas que puedan abonar en el interminable camino de pregunta que seguimos los militantes de los MSL.
2) La Sociedad Liberal y los MSL
2.1) Un modelo ideal de Sociedad Liberal
El punto de partida del liberalismo puede resumirse en que todos los individuos son libres de escoger según sus propias preferencias siempre que en esa escogencia no dañe las posibilidades de los otros individuos de escoger de acuerdo a sus propias preferencias (Etzioni, 1996). Podemos reconocer que este punto de partida sirve de basamento para dos pilares fundamentales que sostienen la sociedad liberal: la co-operación y la competencia.
La Sociedad Liberal (ScL) [4] es el espacio en el que los individuos concurren para co-operar. “La sociedad es co-operación”, dice Von Mises (1951; p. 292. Énfasis nuestro) [5], porque la sociedad aparece como un dispositivo en el que los individuos diversos concurren para beneficiarse particularmente. La sociedad es el espacio de simbiosis entre los diferentes individuos.
La co-operación entre individuos surge del hecho natural de que no todos los individuos son iguales y que las condiciones externas que afectan la vida humana son muy diversas. De aquí que cada individuo podrá dedicarse a aquello que pueda hacer mejor de acuerdo a sus capacidades individuales y al entorno en el que se encuentra. De aquí se posibilita un continuo proceso de mejoramiento que se traduce en mejores y mejores productos. En este sentido, Von Mises (1951) nos dice que es a partir de la co-operación que es posible una división de la labor que se traduce en que la gente hará lo que sabe hacer mejor y que repercutirá en una mayor productividad en el trabajo. Esto, para Von Mises, es la condición que posibilita el surgimiento de una “civilización.”
Nótese que, a mayor productividad -entendida esta no sólo en términos de mayor producción sino también de mayor calidad de los productos,- se intensifican las relaciones sociales. Esta intensificación de las relaciones tiene lugar en el marco de una sociedad de mercado. En la ScL, dado que cada individuo busca satisfacer sus preferencias particulares, las relaciones sociales se caracterizarán por ser de intercambio. El intercambio es el modo de relación mediante el cual cada individuo buscará satisfacer sus preferencias particulares en la sociedad. Como bien lo expresa Von Mises (1949), toda acción humana tiene propósito y en éste propósito sólo puede haber la decisión de intercambiar, o no intercambiar, con “el otro.”
Es así como la ScL se nos muestra como un espacio en el que cada individuo se beneficia particularmente gracias al intercambio con los otros para alcanzar sus fines individuales. Obviamente, la ScL se sustenta en la posibilidad de la propiedad. La propiedad, se entiende como el derecho que tiene el individuo sobre el producto de su laborar. A partir de acá puede entenderse que es la “propiedad” la condición que posibilita el intercambio y el beneficio en la relación con “el otro” en sociedad.
De esta manera, “el otro” aparece siempre como un medio que me sirve a mis fines particulares. Dice Von Mises (1949), “todos son tanto medios como fines en sí mismos, [-son-] un fin último para sí mismos y un medio para el resto de la gente en sus esfuerzos por alcanzar sus fines propios” (p. 257).
Ahora bien, dado que la relación con el “otro” es siempre una relación instrumental de negociación y dado que los recursos son limitados, entonces la competencia estará siempre presente en las relaciones sociales. Se tratará, en consecuencia, de usar de manera óptima los recursos de tal suerte que se posibilite el máximo beneficio al mínimo costo.
Podemos ver que, desde esta perspectiva, el mercado se convierte en un dispositivo importantísimo para el desarrollo social. El mercado permite que en la dinámica social los individuos escojan por sí mismos los mejores productos y desechen los peores. Por ello, gracias a la competencia, los individuos se abocarán a la innovación para el desarrollo de productos cada vez mejores. Así, la innovación siempre presente será la marca que identificará un mercado en buenas condiciones y con ello una sociedad que evolucionará hacia mejores estadios de vida.
Aún más, de acuerdo con Hayek, en las sociedades complejas es imposible que un individuo o una organización puedan contar con toda la información necesaria para tomar decisiones de importancia. El mercado, en este contexto, juega un papel vital puesto que éste sirve de mecanismo mediante el cual el conocimiento de cada individuo entrá en interacción con el de los demás y en el juego de la co-operación y la competencia la sociedad -como un todo,- va aprendiendo, depurando y promoviendo el conocimiento (Hayek, 1949). De esta manera, la competencia en el mercado se convierte en el motor que posibilita la evolución del mercado y, en consecuencia, de la sociedad.
Nótese que al reunir competencia y co-operación debemos concluir que para la ScL, la paz es un requisito indispensable para el buen despliegue social. La competencia desarrolla la sociedad; el conflicto -por el contrario- la destruye. Von Mises nos dice que “el sentido de la batalla es la destrucción; el de la competencia, la construcción” (1951; p. 320. Traducción libre). Se entiende, entonces, que sea de importancia para la ScL el establecimiento de normas generales que definan cuáles tipo de acciones no serán aceptadas, y en contraposición cuáles sí, para que puedan darse las condiciones que posibiliten el despliegue de la acción individual en la escogencia de sus preferencias.
De lo anterior se deriva que, ¡atención!, en términos meramente lógicos, el bien fundamental de la ScL es el sostenimiento del principio de la libertad individual de escoger (MacIntyre, 1988). Cualquier otro bien será siempre de carácter individual y temporal. La paz, por ejemplo, es un bien derivado del principio liberal, así como el co-operar, el competir y el innovar.
Sin embargo, es importante aquí destacar un punto crucial. Desde el contexto interpretativo aquí presentado, si bien la sociedad es un dispositivo que potencia la capacidad del individuo para escoger, no es que el individuo puede deshacerse de la sociedad a conveniencia. El ser humano es un ser intrínsecamente social, al menos en su etapa histórica actual. Von Mises (1951) nos dice que:
El hombre moderno es un ser social, no solo porque sus necesidades materiales no podrían satisfacerse en soledad, sino también porque ha logrado un grado tal de desarrollo de la razón y de las facultades de percepción que no serían posible fuera de la sociedad. El hombre es inconcebible como un ser solitario, la humanidad existe solo como un fenómeno social y la humanidad trascendió el estado de la animalidad cuando la co-operación evolucionó las relaciones sociales entre individuos. (p. 292).
Hayek va más allá, el hombre es un ser social porque todo individuo sólo cuenta con una pequeña porción de conocimiento. Para Hayek hay dos tipos de conocimiento. Uno de tipo explícito, que es la minoría, y que es el que finalmente podemos plasmar y comunicar por escrito. Y otro que es tácito y que es la mayor parte del conocimiento. Este conocimiento no puede hacerse explícito y sólo es comunicado en la relación y la práctica cotidiana. En la co-operación y la competencia se transmite el conocimiento más exitoso en sus dos modos: el tácito y el explícito. El ser humano es, en este sentido, un ser irrenunciablemente social (Pennington, 2007).
Aquí se asoma un asunto de vital importancia en el contexto interpretativo de ScL aquí esbozado. En la sociedad se aprenden comportamientos que son aceptados socialmente. Con el tiempo, en un comportamiento similar al del mercado, la sociedad va manteniendo los comportamientos que le son de más beneficio y desechando los que no. Este proceso de “escogencia” no tiene que hacerse de manera explícita, por el contrario, en oportunidades estos comportamientos socialmente aceptados pueden ser percibidos como molestos a nivel individual. Sin embargo, su aceptación social es muestra de que a la sociedad le ha sido beneficiosas. Arganduña (1991) nos dice que Hayek “llega a decir que lo que caracteriza al hombre no es la razón, sino esa capacidad de sustituir respuestas innatas (los institntos…) por normas aprendidas.”
Este tipo de comportamientos aprendidos están entre el instinto y la razón. Se desarrollaron junto a la razón, pero no son racionales. De esta manera, estos hábitos adquiridos se van difundiendo por toda la sociedad y se van transmitiendo por tradición. En consecuencia, la evolución humana debe entenderse más como un asunto de evolución cultural basada en el aprendizaje y la tradición que como un asunto de evolución biológica o como un progreso de la razón. La evolución procurará extender las posibilidades para la supervivencia del ser humano y para la expansión de las posibilidades de los individuos para desplegar sus capacidades propias según sus preferencias.
Según Hayek, esta evolución cultural fue posible en la medida que algunos ligeros cambios de conducta produjeron una separación de los instintos del altruismo y la solidaridad. El altruismo fue superado en la medida en la que cada individuo, al procurar sus fines de manera egoísta, servía de mejor manera al “otro” para su propio beneficio. Fue así como el altruismo fue superado por la co-operación.
Asimismo, Hayek entiende la solidaridad como la “concordancia de fines” entre los distintos individuos. Según Hayek, dado que el consenso en los fines es imposible y que no es posible que una persona u organización tenga el conocimiento completo acerca de una situación, la solidaridad llevará siempre a situaciones de coaptación y autoritarismo en las que los intereses de grupos poderosos se impondrán como los únicos y valederos por sobre la mayoría (Hayek, 1949).
Hayek (1948) nos dice también que “la colaboración espontánea de hombres libres a menudo crea cosas superiores a las que las mentes individuales podrían comprehender en su totalidad” (p.7, traducción libre). Es así como, en las sociedades complejas emergen patrones de regularidad que aunque son consecuencia de las acciones individuales humanas, no fueron conscientemente planificadas. A este modo de orden que emerge en las sociedades, y que aunque es consecuencia de las acciones individuales no ha sido planificado, lo llama Hayek un “orden espontáneo.”
Se hace evidente que, desde este contexto, el gobierno de la ScL debe ser uno que procure mantener y sostener las oportunidades para que cada individuo pueda desplegar plenamente su derecho de escoger y así poder seguir sus fines particulares. El gobierno deberá ser garante del sostenimiento de las normas generales mínimas que aseguren el sostenimiento del principio liberal. El poder del gobierno deberá ser suficiente para impedir que ningún individuo o grupo se sobreponga a la sociedad sin que éste llegue a convertirse en un grupo dominante. Por ello, la necesidad de cambios periódicos en los individuos que sustentan los cargos de decisión, así como el equilibrio de poderes y su vigilancia constante serán asuntos cruciales a la hora de implantar organizaciones de gobierno liberal.
Cabría aquí preguntar ¿de qué se libera la sociedad liberal aquí esbozada? Pues, no podríamos decir que se libera de la Iglesia y la Tradición (como podría entenderse la sociedad liberal ilustrada del decimonónico) porque la tradición es vista como un mecanismo de transmisión de las normas aprendidas. Más bien, la ScL aquí esbozada se define como una que está en contraposición al “Socialismo”.
El “Socialismo” implica una solidaridad básica entendida como la concordancia en torno a la utopía común que reúne a la sociedad como un todo. Sin embargo, dado que no es posible que todos tengamos una visión igual en torno a la utopía, no es posible lograr acuerdos a nivel nacional. Aún más, incluso si se lograsen acuerdos nacionales, estos grandes acuerdos no podrían luego concretarse en planes más locales debido a las diferencias de visiones entre los distintos actores con sus intereses y visiones particulares.
Esta imposibilidad de acuerdos concretos comúnmente trae consigo la imposición de mecanismos masivos de “propaganda” que buscan homogeneizar las diferentes visiones en una sola. A este proceso de “propaganda” se le disfraza con epítetos como “plan educativo” o “proceso formativo.”
La imposibilidad de acuerdos trae consigo la improvisación de los planificadores que luego se refleja en la improvisación en la economía y en los negocios particulares. En esta situación, que finalmente se percibe como de “urgencia”, se tiende a darle todos los poderes al “hombre fuerte” que puede “salvar a la gente de la debacle.” De esta manera, en los regímenes socialistas se pasa de una búsqueda por la planificación participativa, a la cesión de la libertad para dejar que un líder sea el que dirija e imprima su visión. Cosa que hará de acuerdo a sus intereses particulares. Así, para Hayek y Von Mises, el socialismo se convierte en un régimen que asesina la libertad individual y que camina hacia la servidumbre y la pobreza.
De esta manera, el liberalismo se entiende como el despliegue de la individualidad en el que la libre escogencia de acuerdo a las preferencias particulares va estimulando el mercado en su dinámica de continua selección de los mejores productos. Así, la innovación trae consigo una evolución que en el tiempo es beneficiosa para la sociedad.
Un orden espontáneo va emergiendo de esta sociedad en la que no hay individuo u organización que pueda contar con una visión total y con un conocimiento exhaustivo sino que va teniendo lugar patrones de regularidad que aunque son resultado de la acción humana, no pueden caracterizarse como producto conscientemente planificado. Un cierto equilibrio va mostrándose en la dinámica continua y en la emergencia de una sociedad cada vez más evolucionada en el despliegue que le es más propio.
Pasemos ahora a revisar el modo de acción de los Movimientos por el Software Libre (MSL) para ver qué es celebrado, y qué no, desde el contexto de ScL aquí esbozado.
Notas
1. Se conoce como Software Libre a aquel tipo de programas de computadoras que puede ser libremente usado, distribuido, estudiado y modificado su código fuente y cuyas mejoras deben hacerse públicas.
2. Los Movimientos por el Software Libre (MSL) son grupos de activistas que abogan y promueven el uso, generación y apropiación de Software Libre. Los más difundidos son los llamados Grupos de Usuarios de Linux y las Comunidades de Desarrollo entre las que resaltan el Proyecto Debian y la Fundación Apache.
3. Por cierto, cuando nos llaman así es porque para ellos el “ser hippie” tiene una significación peyorativa. Esta aclaratoria se hace solo para que quede claro en todos los lectores que la gente que nos llama así lo que quisiera es agredirnos con este epíteto. 8-)=
4. Utilizaremos “ScL” en vez de “SL” para evitar la confusión entre los acrónimos de “Sociedad Liberal” y “Software Libre.”
5. A menos que se indique lo contrario en la bibliografía, las traducciones al castellano son del autor de este escrito.
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