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Archive for septiembre 2009

Sensibilización para el Conocimiento Libre. Una aproximación
al conocimiento como don

Nuestra imagen actual, por David Alfaro Siqueiros

Alejandro E. Ochoa Arias

Introducción

El conocimiento libre está asociado a la posibilidad de permitir o facilitar acceso al conocimiento por parte de todos aquellos que lo demanden en función de sus necesidades. En este sentido, la idea de libertad se esboza fundamentalmente como la ausencia de obstáculos para alcanzarlo y hacer uso de él. Prevalece es lo que pudiera denominarse como una concepción del conocimiento como herramienta o útil que se puede adquirir. Para efectos de la exposición, quizás las denominadas libertades que están asociadas al software libre y que se han extendido al conocimiento libre, proveen un punto de partida interesante sobre el tema de la libertad que se demanda o busca en el término “Conocimiento Libre” (CL). En explorar estas libertades se hace evidente que la sensibilización sobre la liberación del conocimiento requiere no sólo de un proceso de eliminación de obstáculos para el acceso al conocimiento, sino más bien del desarrollo de una plataforma inquisitiva que permita que el conocimiento se libere de una concepción científico-tecnológico que dispone del mundo de un modo que enajena las condiciones de posibilidad para una práctica inquisitiva que rescate los distintos modos de relacionarse con el mundo que han quedado absorbidos por la dinámica propia del sistema científico-tecnológico moderno [Ochoa Arias, 2008].

Sensibilización al Conocimiento Libre

Podría parecer innecesario el desarrollar mecanismos que permitan incrementar la capacidad para discernir sobre las bondades del CL. Sin embargo, el hecho solamente de proponer la reflexión sugiere de entrada que estamos en una situación de vulnerabilidad cuando se aborda el tema de ganar espacio social o legitimidad cuando se propone una concepción sobre el conocimiento que suponemos es distinta, por lo menos, a la forma dominante con la cual se ha abordado el tema del conocimiento. Quizás jugando un tanto con las palabras y las frases comunes, entonces cabría preguntarse: ¿Cómo se explica eso de liberar al conocimiento, si el conocimiento libera? En todo caso, si el conocimiento es el instrumento para liberarnos de la ignorancia, para poder dar cuenta del mundo y de algún modo disponerlo para el beneficio propio y sujeto a la voluntad humana, entonces, ¿Quién o qué hace que el conocimiento no sea libre? Al menos, cabría preguntarse qué es aquello que se distingue con el adjetivo “libre” cuando hablamos del conocimiento.
Una potencial respuesta a esta pregunta es tratar de dilucidar la noción de libertad que se ha exportado desde un movimiento afín al del conocimiento libre que es el del denominado Software Libre. Precisamente, quisiera comenzar por esbozar brevemente esas libertades que reclama el Software Libre para el Conocimiento Libre como punto de partida sensible sobre el tema que nos compete.
La denominada libertad “0” asociada a la adquisición y uso libre del conocimiento pareciera ser lo suficientemente contundente para que el tema del conocimiento quedase liberado de la condición de bien de intercambio en el plano económico y más bien pertenecer a un bien de intercambio en una dimensión socio-cultural, guiado por una economía del don. Esto último es asumir que el conocimiento se libera de su condición económica. Pero sobre esta posibilidad, se abordará en posteriores párrafos.
Debemos reiterar sobre esa definición. En ella se habla de adquisición. ¿Cómo se adquiere el conocimiento? ¿De qué adquisición se está hablando? Es evidente que hay al menos dos lecturas posibles de este “adquirir”. Una, asociada a la libertad de adquirir como se adquiere un producto en el cual no hay restricciones en el acceso al mercado. La libertad de adquirir o de compra: La libertad del mercado. La otra posible lectura, se refiere a la libertad de adquirir sin ninguna otra restricción que las habilidades intelectuales para apropiarse del conocimiento. ¿Cuál de estas dos libertades son constituyentes de forma distintiva para el conocimiento libre?
Es evidente que la primera es insuficiente para la idea de la realización de un proceso de apropiación del conocimiento que se caracterice por hacer del conocimiento objeto de enriquecimiento y difusión a partir de una dinámica que le conceda la mayor relevancia a la capacidad de crecer y enriquecerse antes de ser objeto de propiedad de alguien o de algunos. La posibilidad de estas dos lecturas nos conducen inevitablemente a indagar sobre las naturaleza de las otras tres libertades para poder dibujar con pertinencia los límites de estas mismas libertades. En todo caso, es importante destacar en este momento la sensibilidad que comienza a dibujarse en torno al conocimiento. Puesta en términos breves: Asumir al conocimiento como objeto de usufructo e intercambio es algo sujeto al debate. En consecuencia, pareciera que la primera sensibilidad por desarrollar tiene que ver con la preeminencia del mercado como forma de relación social.
Al abordar las otras libertades, tenemos la denominada libertad “1” la cual se refiere a la adaptación del conocimiento a las necesidades de quien lo demanda. Esta libertad es “extraña”. La extrañeza para nosotros radica en que dado que el conocimiento si ciertamente es un bien, es un bien que una vez lograda la libertad “0” entonces no tiene sentido que se separe la adquisición del conocimiento de su adaptación. Es claro que la separación responde a una racionalidad tecno-jurídica que concibe al conocimiento como producto terminado. Es decir, como un “útil” o herramienta cuya adquisición nos “obliga” a hacer un determinado uso que está limitado por alguna restricción adicional a la habilidad intelectual. Sin duda, esta libertad “1” presume entonces que la adquisición de la que estamos hablando en la libertad “0” está referida a la adquisición de una “herramienta”, lo cual disminuye la condición de bien socio-cultural de apropiación pública y universal. Pues bien, cuando se revisan las otras dos libertades: la “2” referida a compartir el conocimiento con los demás y, la “3” referida a la posibilidad de compartir las adaptaciones y avances que se hacen del conocimiento, sugieren inevitablemente que el tema o el espacio en el cual se da el tema de la libertad del conocimiento es fundamentalmente en un ámbito tecno-jurídico. Pero, ¿Cuál es la característica fundamental de este ámbito? ¿Cuál es su racionalidad?.
A la luz de lo anterior, hemos alcanzado un segundo estadio sobre la sensibilidad. Nos referimos al tema de la condición de bien público del conocimiento. O, en todo caso, a la necesidad de superar el marco de la definición de los bienes más allá de la posibilidad de transar bienes por sus equivalentes. En conclusión, el proceso de sensibilidad nos exige además de debatir sobre la preeminencia del mercado, el poder asumir que hay marcos de la relación social en la cual la definición de lo bueno no se da en términos de su carestía o escasez para la realización de un fin u objetivo. Hay bienes que siendo necesarios tienen una condición intangible y no transable que los pone fuera de la racionalidad de lo económico. Más aún, los pone más allá del ámbito de una racionalidad liberal. Para explorar sobre este aspecto es menester explorar brevemente la noción de libertad.

De la libertad negativa a la libertad positiva

La libertad positiva puesta en la dimensión de construir y ampliar el espacio de lo posible, tiene sin lugar duda en el conocimiento, no sólo un aliado sino su expresión más acabada como ejercicio. Es en la aproximación crítica de la realidad y de los modos de dar cuenta de ella que la libertad positiva puede construirse en la definición de la procura de los bienes que por su condición fundamental de ser construcciones socio-culturales no están sujetos al intercambio y a la acumulación o almacenamiento sino a su florecimiento y cultivo en el mismo espacio y nicho que propicia sus condiciones de posibilidad: la comunidad de practicantes y la sociedad de los talentos.
Es la libertad de crear e interrogar sobre los modos como se apropia el ser humano, y en particular cada colectividad, de su entorno físico, social y político. Siendo este el caso, parece surgir de forma evidente que la racionalidad liberal con la cual identificamos los modos de concebir las libertades en el ámbito del SL y extendidas al CL no es suficiente. Para comenzar, el modo de revelado o de indagación que se establece entre una racionalidad liberal y el mundo responde a una dualidad en la cual se enfrentan un sujeto que interroga y se distancia del mundo y un mundo que se busca controlar y someter a través de sus regularidades. Alcanzadas las posibilidades de control, este conocimiento es ejercido desde una plataforma que sostiene y es sostenida desde la capacidad de autonomía y no de la colaboración con los otros. La idea de colaboración debiera recordarnos la noción de trabajo colaborativo y el modo como este se puede sostener desde una noción que viene anclada desde una concepción de mundo de carácter judeo-cristiano, que constituye el fundamento marxista de la relación social en el estadio más avanzado de la humanidad y que tímidamente asoma en eso que hemos mencionado brevemente como comunidad de practicantes y sociedad de los talentos.
El concepto de Economía del Don, y la cual gira en función de la regla de la sobreabundancia en contraste del presupuesto de la escasez que gobierna a la economía clásica, se construye un proceso de dádiva en función no de dar para recibir, lo cual sería una forma posible de intercambio fundado en valores equivalentes. Se trata de dar porque se ha recibido y, en consecuencia, existe una condición de deuda o agradecimiento hacía aquello que nos ha otorgado o concedido lo necesario para la realización de un bien. La semejanza entre esta forma de la dádiva y el modo Paulino de dar a cada quien según sus necesidades y de cada cual según sus habilidades no es fortuita (ver II Carta a los Corintios, Pablo). Tampoco lo es su vinculación con la concepción marxista de una sociedad igualitaria (la vinculación entre el precepto cristiano y marxista es discutido ampliamente por MacIntyre [MacIntyre, 2008].
Es importante destacar que el modo de deuda o agradecimiento no es en relación con una persona o entidad. Se trata de una deuda o agradecimiento que se corresponde con una matriz cultural que se ha hecho por generaciones y en la cual las contribuciones individuales son de valor en cuanto hacen crecer y enriquecen al colectivo. De este tenor, el tema del conocimiento libre entendido desde la perspectiva del don, encuentra entonces espacio fértil para un desarrollo mucho más interesante cuando se remite no a la relación social de la libertad sustentada en derechos, sino en la libertad guiada por la procura de un sustrato socio-cultural más rico que sea capaz de integrar las diversas técnicas con las cuales se logra el sustento material, con las condiciones de las comunidades de práctica o la sociedad de talento que se reconoce en deuda y en construcción permanente hacia una sociedad con mejores condiciones para la condición humana.
Esta condición que hemos denominado de agradecimiento y fundada en la Economía del dar, encontrará en la comunidad de practicantes y en la sociedad de talentos espacio propicio para la reconstitución de un conocimiento libre en el sentido positivo de expandir los horizontes de expectativas de la sociedad en su totalidad a partir de la revisión de los presupuestos sobre los cuales se construye el conocimiento. En este sentido, pareciera que lo avanzado hasta ahora sugiere que el proceso de sensibilización para la defensa del conocimiento libre debiera ser replanteado en términos de la promoción del conocimiento libre sobre la base de dos principios que son concurrentes. Estos principios que han sido enunciados a lo largo de este escrito se enunciarán en la conclusión de esta breve excursión por el tema.

A modo de conclusión

A lo largo de la exposición se ha expresado la aparición del conocimiento libre como una continuación de un proceso de liberalización del conocimiento que requiere ahora trastocarse en una búsqueda de emancipación del conocimiento con respecto a dos que pudieran ser considerados sus dos enemigos históricamente constituidos. El primero ha sido la constitución del conocimiento como útil o herramienta como la forma única y válida de hacer conocimiento relevante para la sociedad. La segunda, ha sido el predominio de la relación social del mercado y de la competencia en el ámbito de la construcción institucional del conocimiento. En mayor profundidad podríamos señalar que se trata del predominio de una concepción que enfrenta a la autonomía de lo humano a la regularidad del mundo. Este predominio se ha mostrado como históricamente constituido y hemos apelado a las nociones de “libertad positiva” y a la economía del don para mostrar una otra posible arista.
Los principios de la “libertad positiva” sobre la cual debiera descansar la construcción del conocimiento más allá de su utilidad es complementaria a la economía del don que reconoce la deuda no con la pretensión de saldarla sino de honrarla. La diferencia sútil quizás haya que buscarla en aquella vieja parábola bíblica donde se habla de los talentos: Al final, quien teme perder y guarda, lo perderá. Aquel quien arriesga y colabora, se enriquecerá. Después de todo, parece que es más acertado en el ámbito del conocimiento libre, el hablar de una sociedad de talentos en lugar de una sociedad de la información o sociedad del conocimiento.

Referencias

[Berlin, I. (1958)]. “Two Concepts of Liberty.” In Isaiah Berlin (1969) Four Essays on Liberty. Oxford: Oxford University Press.
[MacIntyre, A. 2008]. “Marxism and Christianity”. Duchworth Publishers. Tercera Edición. Inglaterra.
[Ochoa Arias, A. 2008]. “Tecnología y Desarrollo Endógeno: Hacia un proyecto de sociedad holística”. En “Tecnología Socialista”. Serie Reflexiones desde Cenditel. Vol. 3.

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La amenaza de las siete bases yanquis contra Venezuela

De Gorileti a Uribeti

Otto Van Der Velde

poderimperial

El escenario

De los sucesos en Hondura al Plan Colombia hay una relación estratégica y política. Hemos afirmado que el gobierno de Estados Unidos profundiza el Plan Colombia. A partir del golpe cívico militar de Micheleti y la oligarquía hondureña contra el gobierno legítimo del señor Zelaya. Nuestra conjetura tiene ahora visos de realidad.

Un mes después del derrocamiento del Presidente electo de Honduras, del empresario “Mel Zelaya”, otro gorilazo cívico militar entra en escena. Esta vez con el incremento en 7 bases militares colombianas, la presencia e inversión –por 46 millones de dólares– y desplazamiento de tropa y armamento estadounidense. Decisión autorizada por el gobierno de Alvaro Uribe, el ex– ministro de defensa Juan Manuel Santos y el Embajador yanqui en Colombia William Brownfield, un cínico personaje conocido por los venezolanos por sus actividades desestabilizadoras. Como también sabemos, el gobierno norteamericano invierte $520 millones en el “Plan Colombia”.

Un grueso de esa inversión va a las bases militares gringas ya establecidas en territorio colombiano así como para al establecimiento de nuevas bases estratégicas, que cerrarían un peligroso anillo militar alrededor de áreas muy sensibles de la frontera venezolana.

La base Molambo por ejemplo, al norte en la Guajira colombiana, apunta a Maracaibo y los aeropuertos de Zulia, importante estado venezolano petrolero gobernado por la oposición de derecha. Con toda razón el propio Presidente Chávez advertía el 9 de agosto desde el Estado Bolívar sobre “la preparación de un ataque” por la Guajira venezolana.

Mientras que la base militar de Palanquero, un poco más abajo de la base Malambo, amenaza directamente por el sur a los Estados Táchira, Barinas y Mérida. Es una base militar ofensiva prácticamente montada sobre San Antonio del Táchira, que no por casualidad es otro estado venezolano de frontera, en manos de la oposición de derecha.

Palanquero también apunta al estado Amazonas, zona venezolana de una reserva acuífera y ambiental, de una diversidad biológica clave para la vida en el planeta.

El montaje específico de Palanquero y la cercana base naval de Cartagena en Cundinamarca, funciona como centro operativo del Plan secesionista “Balboa”, a través del cual los intervencionistas norteamericanos y sus aliados, tienen una información precisa de los objetivos militares a atacar en el Zulia y Amazonas en caso de un conflicto armado. (V. Del periodista Díaz Rangel “Del plan Balboa a las siete bases” (Ultimas Noticias 9–8–2009).

Viene al caso señalar además, que solamente esta base de Palanquero – según informa J.V. Rangel– tiene una capacidad operativa para 60 aviones y una pista de 3500 metros de gran capacidad (JVR. Colombia el balcón que nos vigila 27–7–2009 Ultimas Noticias)

Hacia el centro colombiano está la base militar de Apia, que domina las fronteras del Sur venezolano, fundamentalmente al Estado Amazonas. Dirige además sus baterías hacia Brasil.

A todas éstas habría que agregar otras bases militares de gran calado, la de Tolemaida, Larandia (bien al Sur de Colombia) e instalaciones navales en Málaga (área de El Pacífico) y la ya mencionada de Cartagena en El Caribe.

La parte interna del cerco militar imperialista, se combina con dos factores políticos– militares muy importantes: medio millón de soldados entrenados y operativos del ejército regular colombiano; alrededor de25 mil paramilitares, terroristas sin escrúpulos que cumplen un papel similar al de los mercenarios de la etnia Gourkas, grupos degenerados por el colonialismo inglés, que éste usa como fuerza de choque terrorista para violar y cortar las cabezas “del enemigo”.

Están también Las llamadas “Unidades de auto defensa” (UAC). Operan sincronizadas con los mandos regulares del Ejército y no se quedan atrás en crueldad. A esto debemos agregar el voto electoral de la reacción uribista interna inflamada de chauvinismo anticomunista y las fuerzas militares operativas de Estados Unidos en el Meta, Cararabo y el Amparo, muy cerca de las fronteras venezolanas.

La parte “externa” del cerco político militar imperialista, tiene su caja de resonancia interna dentro del territorio, en la oposición venezolana de derecha. Un verdadero Caballo de Troya de sectores “venezolanos” absolutamente apátrida, capaz de venderle su abuela al diablo si eso garantiza el fin del proceso revolucionario venezolano.

Se trata de una corriente política ultra reaccionaria con un papel estelar en el plan imperialista “Balboa”: ablandar de la “opinión pública” interna; desprestigiar los líderes populares y organizar el boicot a las medidas y leyes sociales progresistas, pero sobretodo actuar como fuerza de choque de la conspiración de Fedecámaras– Venamchan, los partidos y medios de comunicación burgueses y el Episcopado, siguiendo la propia experiencia venezolana en el golpe cívico militar de 2002–2003.

Precisamente en este punto entran al escenario los mozos de estoque de la ofensiva imperialista: filósofos, cómicos de feria de TV comercial y radio, periodistas coordinados por los dueños de los canales privados –particularmente Globovisión– intelectuales a sueldo y otras baratijas del sistema.

Su libreto es respetar “la libre determinación de los pueblos” para decirlo con las palabras de un tal Luis Solórzano de Copey, respaldado por AD, quien a través de su dirigente Ángel Medina, pide “respeto” a la decisión del gobierno colombiano, “respeto” que los partidos punto fijistas nunca tuvieron cuando votaron a favor de sacar a Cuba de la OEA en el año 1962

Sumado al coro Tomas Guanipa en nombre de los fascistoides de Primero Justicia, condena al gobierno bolivariano admitiendo la “la utilización de armas venezolanas por parte de las FARC”, con lo cual Primero Justicia apuntala el principal invento internacionalizado por el gobierno de Uribe, para justificar la agresión a Venezuela.

Pero si de cosas peores hablamos, el premio es para el partido del prófugo Rosales, el UNT. Fijando la posición de dicho Partido, el renegado adeco de marras Timoteo Zambrano, vomita bilis contra “Venezuela” en favor del “ejercicio pleno de la soberanía colombiana. Según éste hijo póstumo de Carlos Andrés Pérez y Rómulo Betancourt, debe creerse en la “palabra que da un gobierno democrático como los de Colombia y EEUU”.

Aunque usted no lo crea estas son las declaraciones de la oposición venezolana el 7–9–2009 por el periódico Ultimas Noticias.

Como el lector verá, se trata de una “derecha tradicional”, extremadamente reaccionaria, orgullosa de hacer de telón de fondo a la política y los planes militares del gran capital internacional, cuyos actos curiosamente coinciden con la derecha que se mueve dentro del proceso revolucionario, que le hace el juego a través de un comportamiento colaboracionista y burocrático. También juegan su papel los grupos colombianos uribistas residentes en Venezuela, incluyendo unas centenas de paramilitares con un plan en marcha bien desarrollado.

La estrategia internacional del imperialismo y sus servidores en Perú, Chile y Brasil, ponen lo suyo en el anillo de hierro contra Venezuela y la integración del ALBA. El arribismo electoral de la señora Bachelet en Chile y del cura Fernando Lugo en Paraguay los empuja a “respetar la decisión de Colombia”, mientras que Lula da Silva en Brasil se vuelve un mar de saudades para quedar bien con Dios y con el Diablo en el caso. Solamente Ecuador, Nicaragua y Bolivia han sido firmes en su condena a las bases militares norteamericanas en Colombia.

Observando tanto malabarismo democrático, seguramente los perros de la guerra en Perú, Colombia, Israel, Inglaterra y Estados Unidos se frotarán las manos, buscando venganza tras la derrota latinoamericana del Tratado de Libre Comercio y sus negocios.

La situación es realmente grave. ¿Qué hacer?

El Tío Sam pareciera volver a la “estrategia indochina” o sea la extensión del conflicto político militar a Ecuador y Bolivia. Definitivamente el Departamento de Estado no escarmienta. Se olvida los estrategas del Pentágono que la extensión de la guerra de Viet Nam a Laos y Camboya, a partir de la segunda mitad de los años sesenta terminó de cavar la tumba de los marines y sus socios vietnamitas.

Por lo pronto para el movimiento revolucionario venezolano se hacen necesarias algunas reflexiones:

1.– El proletariado, los socialistas y las masas oprimidas debe hacer conciencia de la gravedad a mediano plazo del problema. Entendiendo que como clase histórica el proletariado tiene un programa autónomo e intereses específicos de clase que defender dentro de la lucha de clases y el problema nacional planteado, sea esta contradicción pacífica o militar, como el caso esbozado.

Es claro que ese tipo de situación, no se resuelve con una simple y alegre marcha roja– rojita en la avenida Bolívar. El movilizar por la paz es de suma importancia para aislar los elementos guerrerista dentro del conflicto, para unificar los esfuerzos contra la guerra de fronteras de los pueblos de Venezuela y Colombia, liquidar las tendencias chauvinistas estimulada en el seno de las masas colombiana y venezolana por las burguesías de ambos países.

Es decir, un movimiento por la paz resulta muy importante pero no suficiente. La provocación imperialista está fríamente calculada a mediano plazo, incluso haciendo cálculos en función de la “paz de los sepulcros” como advertía El Libertador. Tiene razón el camarada Brito García cuando dice que “difícil es seguir la vía pacífica cuando el adversario elige la violenta”. Lo que para el caso quiere decir llamar a la pacificación de las masas, ante el plan ofensivo en marcha de las bases militares y del Proyecto “Balboa” de ocupación territorial de Venezuela. Por el contrario la respuesta popular debe ser de lucha meticulosa, movilizaciones permanentes, preparación ideológica y militar firme y progresiva.

Para el éxito de ésta tarea, el proletariado y los socialistas auténticos deben asumir la dirección revolucionaria del proceso y sus conflictos. El nacionalismo por sí solo no puede llegar hasta el final en este complejo problema. Demasiadas dudas, inconsecuencias y vacilaciones en su seno se lo impiden.

2.– Tomar medidas para profundizar el proceso es clave en este momento. Debilitar las fuerzas internas de la reacción aplicando medidas estructurales anticapitalistas en el campo económico, político y social, crea confianza en las masas y pone en desventaja estratégica a los imperialistas y sus aliados. La disolución por ejemplo de los monopolios privados (artículo 113 de la Constitución) y la socialización de esos medios de producción, así como la revisión de la estrategia de empresas mixtas de hidrocarburos con el imperialismo petrolero anglo norteamericano, constituyen medidas revolucionarias correctas y en tono con la confianza popular, secando la fuente de recursos y propaganda al enemigo.

3.– Aislar sin contemplación la quinta columna interna, neutralizar a los chauvinistas, burócratas y colaboradores que decoran el escenario de la derecha “endógena”, es una necesidad elemental para la cohesión revolucionaria Estimular la conciliación y la impunidad es un suicidio en primavera para el proceso revolucionario.

4.– Debemos organizar planes estratégicos y tácticas de organización defensiva de masas a todos los niveles de la población. La creación de milicias populares bajo control comunal es otra respuesta correcta y necesaria ahora.

5.– El ganar la “opinión pública” no es suficiente. Mas aun teniendo en cuenta una opinión pública, que como la venezolana está cuajada de prejuicios y es ampliamente manipulada por los medios de comunicación capitalistas, amen de una pequeña burguesía de derecha, que odia ferozmente a las masas por “tierruas”, a los “patas en el suelo” de los barrios y del campo, con tal grado de irracionalidad, que basta que los socialistas afirmen que la nieve es blanca, para que ellos digan que es negra. Un grupo social cuyo símbolo de lucha es la bandera norteamericana, de hecho es una amenaza real en nuestro propio campo nacional. La respuesta es de preparación ideológica, política y militar. De movilización popular generalizada.

6.– La diplomacia es siempre buena, pero sin preparación popular, fuerza propia y planes estratégicos igualmente no pasa de ser un ejercicio mental. En este caso la mejor diplomacia por si sola no podrá superar los planes geopolíticos de la burguesía norteamericana, ni la astuta diplomacia del gobierno colombiano y sus socios locales. Constituye un error de corta visión política, centrar toda la respuesta venezolana en ese juego.

7.– Los pasos adelante y atrás en política internacional, tampoco funcionan en problemas de tanta complejidad, donde por el contrario la firmeza y seguridad política son necesarias en el manejo de estas contradicciones. En el caso del Plan Colombia y las bases militares del imperialismo norteamericano, se hace evidente la tesis de Kar Von Clausewitz, de que la guerra es la continuidad de la política por otros medios. De allí que las respuestas a la agresión imperialista debe guiarse por la política y no solo por el fusil.

8.– El frente amplio y la unidad nacional organizada y combativa es la mejor respuesta política a dicha agresión. Pero en la unidad nacional antiimperialista no desaparece la lucha de clases En esa dirección es válida la propuesta de los marxistas leninistas de que el proletariado, en su esfuerzo unitario mantenga dentro del frente general su autonomía política y lucha por los objetivos y el programa histórico socialista.

Que no se disuelvan estos objetivos en la política de los liberales y los nacionalistas. Al mismo tiempo el proletariado debe esforzarse por ampliar las alianzas en lo interno y al exterior del conflicto, trazando una sola línea de trabajo para los movimientos antiimperialistas más consecuentes dentro del proceso revolucionario venezolano y del área latinoamericana – caribeña.

En esa dirección el proletariado plantea al gobierno bolivariano para enfrentar la agresión burguesa, una política fraterna, coordinada, en la solidaridad internacional, con los movimientos pacíficos y armados de la región, que luchan contra las provocaciones imperialista, anulando los acuerdos de extradición política que benefician al imperio y la oligarquía colombiana. En esa dirección las posiciones valientes, no oportunistas dentro del ALBA, UNASUR y otras integraciones, pueden constituir un frente de resistencia externa importante a la política de agresión yanqui, que no hay que subestimar.

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